En 2020, la pandemia privó a Balmaseda de su Pasión Viviente, una ausencia particularmente dura por el factor añadido del confinamiento. Balcones y ventanas suplieron el recogimiento y participación popular de la Semana Santa. Al año siguiente la cautela para evitar contagios por coronavirus aconsejó posponer las actividades otra vez. Pero entonces ya se podía salir a la calle, así que la asociación del Vía Crucis Viviente ideó la manera de mantener el vínculo sin contravenir las recomendaciones sanitarias: un grupo de penitentes caminó por el casco histórico en una procesión silenciosa sin público. Fue el punto de partida para otra iniciativa que se asienta en el programa oficial. Así, el Domingo de Ramos catorce penitentes ascenderán al Kolitza con sus cruces a cuestas. 

Tantos como monolitos que representan las estaciones del Vía Crucis jalonan el itinerario hacia la cumbre del monte bocinero y su ermita de San Sebastián y San Roque. Se pondrán en marcha a las 8.30 horas en el Campo de las Monjas, donde se ubica la primera de estas señales, que les indicarán el trazado hasta los 879 metros de altitud. Según explican desde la asociación, la iniciativa reproduce lo que la tradición oral refleja que pudo ser el origen del Vía Crucis Viviente. Se refieren a las rogativas para rezar por el fin de la peste y otras epidemias que vinieron a la mente hace tres años por estas mismas fechas. 

Sobre dos horas

Estiman que el recorrido hasta la cima tomará aproximadamente dos horas. Tras un tiempo de descanso para reponer fuerzas en los alrededores del refugio, emprenderán el descenso. El año pasado, bajo las capuchas de los penitentes se ocultaban catorce vecinos que se metieron en la piel de Jesucristo en Pasiones anteriores. Otro punto más que añadir al protocolo que respetan desde relacionado con la Semana Santa. Ayer mismo se reunieron en el ensayo para arropar a Aitor Martínez, que lucirá la corona de espinas este año, y después compartir mesa y recuerdos en una comida. 

Cada monolito lleva grabado un mensaje conmemorativo de las estaciones. El primero, a tu redentor divino mírale todo llagado y a vil muerte condenado como un infame asesino. El segundo, llena de amor su medida, camina el señor cargado con la cruz que le han formado los excesos de tu vida. El tercero, oprimido en gran manera nuestro señor con la carga sufrió una caída amarga aquí por la vez primera. El cuarto, aquí Jesús vio a María, de tantos colores llena que le causó pena que la cruz que le oprimía. El quinto, viendo a Jesús sin aliento le buscan un Cirineo para saciar su deseo de que muera entre el tormento. 

Y así sucesivamente, hasta culminar en la cumbre con la estación número catorce: en el sepulcro profundo de una fría y dura roca yace el señor, a quien toca venir a juzgar al mundo. Frente a la piedra se arrodillarán dos de los penitentes para recitar el texto dando por cumplida una peregrinación que, en su estreno el año pasado, bendijo un día de sol radiante y temperatura casi de verano.