El director de la ONG Fiet Gratia, Ezequiel Escobar, que ayuda a mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual, reconoció este domingo en una entrevista a Efe que salir de ese “infierno” es un camino “difícil” y “largo” pero ha querido lanzar un mensaje de esperanza: “Se puede”.

Fiet Gratia nació en 2009 y está presente en Galicia, Euskadi, Comunidad Valenciana, Madrid y Melilla. En el País Vasco ha puesto el foco de atención en las trece mujeres liberadas tras desarticular una organización criminal dedicada a la trata en Bizkaia que se ha saldado con siete detenidos.

Eran mujeres que habían sido captadas en países de Sudamérica aprovechando su situación de vulnerabilidad y pobreza y a las que se les ofreció unas condiciones de vida y laborales prometedoras. Sin embargo, la realidad era otra: las mujeres estaban confinadas en una casa de Zorrotza donde vivían en condiciones infrahumanas e insalubres, hacinadas entre restos de comida y suciedad.

Ayudar a estas mujeres a transitar un nuevo camino es lo que hace Fiet Gratia: darles herramientas para que puedan empoderarse, rompan con el ciclo de vulnerabilidad, y logren finalmente una inserción sociolaboral.

Camino largo y difícil

Escobar reconoció que el camino es “largo” y “difícil”. Lo primero que necesita es encontrar un espacio de “seguridad” porque viene de ser tratada como un “objeto”, de haber vivido un “trauma” y necesita ser “escuchada”.

Esa primera fase, relató, está marcada por el “miedo” y la “fragilidad”, decidir si denuncia o no; si retorna a sus países de origen, la mayoría son extracomunitarias, o se queda; confiar en la organización...

“El proceso de tomar la decisión de salir es extremadamente complejo por el factor miedo”. “Nosotros no le contamos milongas a nadie, este es un camino en el que les vamos a acompañar pero no es fácil”, explicó Escobar. Así recalcó que “generar expectativas falsas” a estas mujeres es “peligrosísimo” porque puede provocar un “efecto destructivo sobre la persona”.

Una vez superado este momento que ha calificado como “crítico” se pasa a una segunda fase: el periodo de “restauración”. La ONG cuenta con recursos de acogida y un equipo de profesionales de diversos ámbitos (jurídico y psicosocial) y también voluntarios a los que forman que van a elaborar un itinerario adaptado a cada mujer. “Aquí la gran dificultad es tener la paciencia para abrir un nuevo camino”, añadió Escobar, porque esta fase se suele alargar de promedio durante casi dos años hasta conseguir la formación que les permita su inserción sociolaboral. Se trata de que ellas “decidan qué quieren hacer con su vida. Muchas no han tenido la posibilidad de soñar nunca y empezar a soñar es muy bonito pero también muy difícil”. Hay que “cerrar una herida, dejar lo que ha pasado atrás, enfocarse en el futuro e ir hacia adelante”, finalizó Escobar.