La Compañía Telefónica Nacional de España fue oficialmente constituida el 1 de abril de 1924 y, poco a poco, y bajo la dirección del III marqués de Urquijo, Estanislao Urquijo y Ussia, comenzó su expansión por el país. Los primeros datos sobre su presencia en Bilbao datan de octubre de 1924 y, apenas un mes después, el 1 de noviembre de ese año, la entidad se incautó de la red telefónica provincial de Vizcaya asumiendo, de esta forma, su despliegue e implantación por el territorio.

Una de sus infraestructuras fueron las Centrales de Telefonía, un antiguo sistema de operador telefónico desde donde se gestionaban las llamadas entrantes y salientes a través de la labor ejercida por las operadoras (casi siempre mujeres) que se encargaban de la conexión de las clavijas de la red en las tomas correspondientes. Ese equipamiento de comunicación llegó a Ugao-Miraballes el 1 de agosto de 1945 gracias a la concesión que obtuvo Eugenia Rodrigo Marquina que, desde siete años antes, ya regentaba el estanco, la expendeduría número 1 de la villa. En la primera planta de ese mismo edificio, situado en el número 36 de la céntrica calle Udiarraga, se instalaron, en un principio, tres estaciones de conexión a las que, más tarde, se sumaron otras dos. En 1969, este servicio de telecomunicaciones entra en un régimen familiar y fue su sobrino, Javi García Rodrigo, quién “asume la organización y gestión de toda su estructura y funcionamiento”, explica su hijo, Iñaki García Uribe.

Ernesto Fernández Valerio, en el papel de Gila. S. M.

Y el pasado viernes, casi ocho décadas después de la llegada de la Central de Telefonía a la villa, el conocido etnógrafo e investigador ugaotarra donó a la localidad un lote de esos equipos –una terminal y cinco de los teléfonos– además de diversa documentación, como el contrato de la concesión, nóminas de la Seguridad Social de las trabajadoras e, incluso, un requerimiento judicial, “para que permanezcan expuestos en el palacio Jane, porque no son míos, son de todo el pueblo, ya que la centralita era de todos”. Lo hizo en el transcurso de un acto público que contó con la presencia de varias de las seis operadoras que trabajaron en la centralita y con la ambientación musical del joven Aitor Azpuru, panderetero y trikitilari de Etxegoien (Ayala) que ha compartido escenario con Kepa Junkera o Korrontzi, entre otros. Y como invitado especial y de excepción, el entrañable humorista Gila –caracterizado por el actor local Ernesto Fernández Valerio– hizo varias apariciones para deleitar a los asistentes con sus surrealistas diálogos telefónicos. “Oiga, ¿es el enemigo?. Era para pedirle que paren la guerra. Es que estamos aquí, en un acto en Ugao, y no vayan a disparar antes de las 20.30 horas, que luego hay un lunch y no vayan a pillarnos con el estómago lleno”, solicitó en una de sus llamadas.

En representación del Ayuntamiento, estuvo presente la concejala de Igualdad y Cultura, Ana Maite Fernández, que puso en valor la “generosidad de Iñaki García Uribe por esta donación y darnos conocer, a través de este acto y de la exposición, una parte de la historia de Ugao-Miraballes que muchos desconocen”. También alabó la figura de su padre, Javi García Rodrigo, ya fallecido, “por todo el legado que nos dejó ya que fue el fundador del primer club de montaña, recuperó la cofradía, escribió numerosos artículos sobre la villa que recopiló en el libro Crónicas de Ugao y, sobre todo, fue autor de miles de fotografías”, enumeró.

“Miraballes, dígame”

“Miraballes, buenos días, Dígame”. Es lo primero que escuchaban los interlocutores al conectar con la Centralita de Ugao-Miraballes. Detrás de esas voces, siempre amables, había seis nombres propios: Garbiñe Azkoaga, Charo Ortiz de Zárate, Begoña Solaguren y Conchi Ortiz de Zárate (que vive en Alicante) además de Nieves González y María Luisa Moja, ya fallecidas. Y el acto del viernes sirvió también para homenajear a Las chicas del cable, aprovechando la cercanía de una fecha tan significativa como es el 8-M. Para las tres que pudieron acudir al evento, los recuerdos de aquella época y etapa laboral son únicos e imborrables. “Yo empecé trabajando en Telefónica de Basauri y, cuando Charo tuvo un accidente grave de autobús, vine a sustituirla. Fue una experiencia muy agradable”, relató Garbiñe. “Todas nos llevábamos muy bien”, apuntó Charo, que definió a la tía Eugenia como una persona “con mucho genio, pero buenaza” y a Javi García como “inquieto, organizado, alegre y miraba mucho por nosotras”.

La centralita de Ugao era también de Arrankudiaga y Zollo y, además de atender y hacer llamadas, “teníamos que recoger recados, recibir y mandar mensajes de telégrafo, gestionar avisos de conferencias...”. Esto último era de lo más complicado porque “se podía tardar horas en gestionar y concertar la conexión” y había muchas a Alemania “por parte de la empresa Hermanos Pradera”. También, según rememoró Begoña, “era muy difícil la comunicación con pueblos pequeños y lejanos, muchas veces se cortaba la llamada o se caía la línea si había tormenta”.