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Portavoz y Asesora Jurídica de Argitan

Mireia Saiz y Aintzane Riancho, portavoz y Asesora Jurídica de Argitan: “Desde la pandemia estamos notando un importante retroceso en materia de igualdad”

Argitan es uno de los referentes en Ezkerraldea en la lucha feminista y por la igualdad y, el pasado año, atendió a un total de 344 mujeres

Mireia Saiz y Aintzane Riancho, portavoz y Asesora Jurídica de Argitan: “Desde la pandemia estamos notando un importante retroceso en materia de igualdad”M.A. PARDO

Mireia Saiz y Aintzane Riancho son la portavoz y la asesora jurídica de Argitan, respectivamente, y ellas ven, a pie de calle, cómo se está viviendo “un importante retroceso en materia de igualdad”.

Estamos concluyendo casi el primer cuarto del siglo XXI y, por desgracia, la violencia machista sigue siendo una cruda realidad. ¿Ha cambiado mucho la situación que ven en Argitan desde su puesta en marcha hace 27 años?

—Mireia Saiz: En estos 27 años de vida de Argitan sí que hemos visto una evolución a mejor de la situación, pero la pandemia, por desgracia, ha supuesto un punto de inflexión y estamos notando un importante retroceso. Había habido una explosión en cuanto a visibilizar lo que ocurría dentro del hogar y con la pandemia hemos retrocedido. Además, en los dos últimos años sí hemos notado cierto retroceso en materia de concienciación y sensibilización frente a la violencia de género. Hay más resistencias frente a este tipo de cuestiones y frente al feminismo, nosotras a pie de calle percibimos esa hostilidad y ese retroceso último frente al avance que habíamos logrado en las dos últimas décadas, tal como se vio recientemente con las pintadas que hicieron en nuestra sede.

¿Ese retroceso puede deberse a la proliferación de mensajes que, hace no tanto, no tenían cabida dentro de la sociedad como es, por ejemplo, el negacionismo de la violencia de género?

—M. S.: Creo que en los últimos tiempos se han asumido con cierta normalidad discursos que creíamos que ya estaban superados. Que hace cinco o seis años se negase la violencia de género generaba bastante más escándalo y rechazo de lo que genera ahora. De aquellos barros vienen estos lodos y si se permite que ciertos discursos se asuman con normalidad y se les da cabida y espacio tendremos un problema aún mayor.

En ocasiones, la sociedad genera un perfil de víctima de violencia machista y se deja a las mujeres más jóvenes y a las más mayores.

—Aintzane Riancho: La idea de un perfil de víctima de violencia machista está equivocada. Nunca podemos partir de un perfil de víctima.

—M. S.: Ahora se busca la víctima perfecta y, si no lo eres, ya hay sospechas, falta de credibilidad, que se te mire con lupa... Y tras eso hay un gran poso machista en el que si no cumples los estándares de víctima perfecta ya se pone en duda que lo seas y eso está muy lejos de lo que venimos demandando desde los colectivos de mujeres y feministas.

Aintzane, Mireia acaba de hablar del problema de que se mire con lupa y no se crea a las víctimas. ¿A usted le ha pasado de acompañar, como abogada, a una víctima, y notar que no le crean?

—A. R.: Eso depende del juzgado.

¿Se encuentra en el día a día con jueces y juezas que, de entrada, restan credibilidad a las víctimas?.

—A. R.: Cuando me viene una víctima, una de las primeras cosas que le pregunto es dónde vive. Lo hago porque sé que dependiendo de qué juzgado le corresponda le van a poder creer o no. Es algo muy triste y muy frustrante. Es muy injusto que una mujer vaya a tener una suerte u otra por el mero hecho de dónde viva. Hablamos de otorgar órdenes de protección o no, el trato en el juicio rápido...

¿Hablamos de una falta de formación en violencia de género?

—A. R.: Hay una falta de formación tremenda en materia de violencia de género no solo entre los jueces y juezas, pero también la hay en la policía. Eso se ve a la legua desde el mismo momento en el que pisas una comisaría. En muchas ocasiones hay una gran falta de tacto con la víctima, no se siguen los protocolos de llamar al abogado de guardia, simplemente, porque es tarde. Y ahí se empieza con las valoraciones y la doble victimización. Desgraciadamente no hemos evolucionado tanto como se nos quiere hacer creer y hay muchísimo camino por avanzar.

¿Las víctimas sufren, además, una gran falta de información sobre cómo proceder tras sufrir una agresión?

—A. R.: Sí porque a las mujeres se nos dice que denunciemos, pero cuando una mujer decide denunciar lo que piensa es: ¿Y ahora qué hago?. Hay muchas mujeres que no denuncian porque ni se da información, ni una serie de ayudas para garantizar el porvenir de las víctimas y sus hijos en el caso de tenerlos.

—M. S.: Pero es que de las once mujeres asesinadas a finales de diciembre de 2022, la mitad habían denunciado previamente. La realidad es que el sistema falla y nosotras vemos una gran falta de acompañamiento integral a la víctima. Existe una ausencia de coordinación de recursos y asesoría a la mujer que necesitará a lo largo de todo el proceso. Es algo que venimos reivindicando y pidiendo mucho tiempo. Porque cómo va a escapar de esa situación una mujer si no cuenta con recursos que le den cierta autonomía para poder seguir viviendo, recursos como, por ejemplo, una vivienda.

Estamos a dos semanas del 8-M. ¿Tienen preparado algo especial?

—M. S.: Haremos una campaña potente como todos los años y el tema en esta ocasión va a ser la pobreza, la precariedad y la redistribución de la riqueza y los cuidados. Estamos pensando en volver a salir a la calle en Barakaldo y nuestra intención es hacer la campaña en la calle. Volveremos a hacer mesas informativas y también buzonearemos 28.000 panfletos informativos y haremos alguna cosilla más.

Habla de redistribución de cuidados. Esa es otra tarea que recae, fundamentalmente, en las mujeres.

—M. S.: El tema de la conciliación, la corresponsabilidad y los cuidados o se trabaja o las mujeres saldremos perdiendo siempre. Mayoritariamente somos las mujeres las que nos encargamos de las tareas de cuidado y no solo hablamos del cuidado de los hijos e hijas, sino que también nos referimos al cuidado de mayores, de personas dependientes y todo eso implica que en nuestro trabajo perdamos poder adquisitivo, oportunidades y que no podamos acceder a empleos mejores.