Para muchos lekeitiarras y vecinos de Lea-Artibai, la espera se ha hecho demasiado larga. Dos años sin poder disfrutar de la feria más grande de la zona por culpa de la pandemia del coronavirus es demasiado sin poder disfrutar. Quizá por eso, ayer la plaza costera lució repleta de gente con ganas de llenar la cesta de la compra de cara a las navidades que se avecinan, los puestos llenos, un sol primaveral en pleno invierno, trikitixas alegrando las calles, lo que repercutía en un gran ambiente, y unas ventas que satisficieron a los baserritarras. Esos son los objetivos que se fija el Ayuntamiento de Lekeitio, y ayer miércoles su cumplieron a la perfección. Impulsar la venta directa entre productores y consumidores, sin que entre en juego ningún otro intermediario. “Productos de la huerta de calidad, y de kilómetro cero, directos de los baserris a nuestras casas”, aseguraba el alcalde Koldo Goitia.

Ya sabes que Lekeitio tiene otro ritmo en comparación con Ondarroa o Markina”, señaló bien entrada la mañana Alejandro Arrieta, del caserío Xemengain. “Lekeitio tiene espíritu caribeño, que es el ritmo que gusta aquí”, apostillaba acto seguido no sin lanzar alguna carcajada. Y es que a primeras horas la feria –ubicada a escasos metros del mar, tanto que desde la misma se puede observar el cercano islote de Garraitz– se veía aún por llenar. “La gente se lo toma con mucha calma. Pero poco a poco ha ido juntándose los compradores y ahora –al mediodía– la cosa está bonita. Luce de lujo”, agregaba. Y tanto. Mientras Arrieta atendía a los medios de comunicación los compradores se iban arremolinando en torno a su puesto, pidiendo que, por favor, alguien les atendiera... En el lado opuesto de Independentziaren plaza, las cabañas de animales –burros, ovejas, cerdos, vacas, caballos...– a exposición y provenientes de la comarca –este año solo han faltado las aves, a las que no se les ha permitido participar debido a la gripe aviar que sacude medio mundo– descansaban impasibles bajo la atenta mirada de los más pequeños. Una estampa habitual del Santo Tomás de Lekeitio, mucho más relajada que las celebraciones que se llevan a cabo en otros lugares. Sin grandes agobios y con espacio para todos los asistentes –más complicado fue aparcar–, muchos aprovecharon las primeras horas de la tarde para comer sus talos con chorizo. Para eso se acercaron a las txosnas montadas por las agrupaciones locales como el club de remo Isuntza.

“Las ventas, la verdad es que han ido bien. Lekeitio es una plaza importante y aunque veníamos con cierto temor, la jornada ha sido provechosa”, aseguraba el markinarra Arrieta, de Xemengain, quien acumula ya un buen número de premios por decorar el puesto más bonito de entre los participantes de ayer miércoles, un total de 32 expositores. El porqué a tanto miedo hay que buscarlo en la situación del sector primario, instalada en una permanente crisis –falta de relevo generacional, precios por las nubes, competencia de las grandes superficies comerciales, trabajo duro– de la que parece muy complicado salir. “Este año lo peor ha sido tener que lidiar con la sequía, que no nos ha permitido traer a la feria todo el género que hubiéramos querido. Ha sido más complicado que el coste de la producción, los precios de la energía y todo lo demás”, ahondaba para a continuación asegurar si ambages que “siempre digo lo mismo, pero es que es la realidad: somos una especie en extinción”, aseguraba.

En todo caso, las ventas se realizaron en un buen ritmo. “La verdad es que la gente aquí en Lekeitio aprecia los productos que traemos”, apuntaba Arrieta, Tanto se aprecia su labor en la villa costera que se llevó un premio al expositor más elegantemente decorado. Así, todos tuvieron recompensa ayer, tanto los consumidores que pudieron adquirir productos de cercanía y de gran calidad en la antesala de la Navidad, como incluso los productores, que pudieron sacudirse un poco la endémica crisis que viven.