El comercio urbano, que lucha día a día por su supervivencia contra viento y marea, ha encontrado un factor de distinción en las tiendas de productos gourmet o delicatessen, dedicadas a la venta de exquisiteces gastronómicas tanto para comer como para nutrir la bodega. En este último caso, vinos como el txakoli de Bizkaia, con su gran versatilidad de gama, están conquistando a un creciente número de consumidores. De estos manjares líquidos saben mucho en las vinotecas y licorerías a pie de calle, donde asesoran al cliente de cara a una compra que responda a sus expectativas.

En el capítulo dulce, las pastelerías tienen la última palabra, con sus turrones artesanos, algunos exclusivos de Bizkaia como el Sokonusco. Pero son muchas las tartas –un ejemplo es la denominada Baldosa de Bilbao– y especialidades con las que cada establecimiento busca deleitar al consumidor. Así, cabe citar desde los pasteles propiamente bilbainos como la carolina y el de arroz, hasta las tradicionales trufas, los Ori baltzak de Gernika, los Antontxus de Mungia… entre una gama extensa. Sin olvidar un sinfín de delicias con sabor a Navidad para los paladares más golosos, como los polvorones, mazapanes, tortas de turrón, frutas escarchadas bañadas de chocolate o el popular roscón de Reyes.

Los amantes de los lácteos tienen ante sí un universo de sabores en forma de yogures, cuajadas y, sobre todo, quesos. En este caso, los comercios locales dedicados a la venta en exclusiva de este producto suelen dar a probar sus variedades al cliente que acude a comprar.

Cualquiera que sea el producto elegido puede constituir una acertada opción de regalo para los foodies, apasionados de la buena mesa para quienes comer es toda una experiencia para los sentidos. Embalados y presentados con gusto, los artículos gourmet se tornan en auténticas joyas para sibaritas.