Kale gorrian. Es decir, en la calle. Así se quedó en 2018 Siham Guerioz, una joven bereber de origen marroquí de 36 años. Después de cruzar el estrecho hasta Almería y recorrer los 942,2 kilómetros que separan Bilbao de la ciudad andaluza en autobús, la única persona que conocía en la capital vizcaina le echó espetándole que “tenía que empezar a buscarse la vida”. Sola, sin ninguna red de apoyo que la sostuviera y sin poder comunicarse, Siham acudió al albergue de Barakaldo y, de allí, a otro centro en Bilbao. “Tenía que estar todo el día en la calle. Solo abrían a partir de las ocho de la tarde”, explica. “Además, todavía no sabía hablar castellano y tenía muchas dificultades para comunicarme con otras personas”, añade. Su situación, no obstante, cambió cuando se topó con el equipo de Bizitegi, asociación que trabaja en favor de las personas en situación de exclusión social, tres meses después. 

La agrupación acaba de poner en marcha Borobiltzen. Se trata de un proyecto específicamente dirigido a las mujeres que, como Siham, se encuentran en situación de exclusión residencial. Estas se ven abocadas a la calle por factores distintos que sus homólogos masculinos. Los datos que arroja el informe elaborado por la propia asociación sobre esta problemática en 2019 corroboran esta afirmación. El texto destaca que, en no pocas ocasiones, la situación de sinhogarismo entre las mujeres se origina en la violencia patriarcal que ejercen sobre ellas sus parejas, en una ruptura sentimental - cuando no disponen de ingresos propios - o en sucesos vitales estresantes. 

“Tenía que estar todo el día en la calle. El albergue de Barakaldo solo abría de ocho a ocho”

Siham Guerioz - Mujer en situación de sinhogarismo

Siham, por su parte, se encontró en esa situación por migrar hacia la otra orilla del Mar Mediterráneo. La necesidad de esta migración, más que por cuestiones materiales, - en Marruecos vivía con su marido y con sus dos hijos -, está motivada por el afán de desarrollar un proyecto de vida que trasciende los roles de madre y esposa. “Para las mujeres este es un mejor lugar en el que vivir que Marruecos”, opina Siham. Le resulta muy difícil verbalizar qué supuso, a nivel emocional, encontrarse en una situación de calle que, además, no esperaba. Su voz se quiebra al rememorar el sufrimiento y la sensación de aislamiento que tuvo que enfrentar a su llegada a Bizkaia. “No hablaba el idioma y, además, al no tener papeles tampoco podía trabajar”, relata con la voz temblorosa y las lágrimas cayendo por su mejilla. En ese contexto también estuvo expuesta a múltiples agresiones verbales. “Los hombres marroquíes con los que me encontraba en la calle me increpaban. No entendían qué hacía aquí, sola, y me decían que tenía que volver a Marruecos”, explica Siham. Y es que, desde su concepción patriarcal, para los compatriotas masculinos de la joven una mujer que está sola en la calle es una loca o, en su detrimento, una puta. Así lo afirma Shiam, pero con esfuerzo. Para ella, ‘puta’ es una palabra con una carga simbólica y emocional muy grande. 

Hoy día, cuatro años después, la joven está construyendo un proyecto de vida en Bilbao. Bizitegi le proporciona las herramientas necesarias para ello, además de un techo bajo el que resguardarse. Concretamente, y hasta el inminente traslado de la iniciativa a Rekalde, el del Hostal Ganbara. Aquí, hasta que el proyecto se traslade a Rekalde, convergen las mujeres sin hogar de las calles de Bilbao y las turistas que acuden a conocerlas. “El denominador común es la necesidad de alojamiento de ambas partes”, expone Sonia Gorbeña, educadora social de Bizitegi. Gorbeña también afirma que la asociación ya contaba con un centro de día y una serie de pisos en los que alojar a las mujeres en situación de sinhogarismo antes del inicio de este proyecto. Pero el equipó pensó en los beneficios de poner en marcha una iniciativa que contribuyese “a salir de los procesos de exclusión”. “Queríamos acabar con la idea de que las mujeres sin hogar solo pueden relacionarse entre ellas”, asevera. 

“Estuve trabajando unos meses en un restaurante de Bilbao, pero, al final, no me contrataron”

Shiam se relaciona diariamente con mujeres de orígenes y contextos diversos. Algunas, comparten con ella la experiencia de verse sin hogar. Otras, en cambio, son turistas. Para estas últimas, según Sonia, ha cocinado cous-cous a cambio de un módico precio en diferentes ocasiones. “Es una cocinera excelente”, constata educadora social. La cocina es, además, el campo profesional en el que Shiam desea sumergirse. De hecho, ya lo ha hecho. “Estuve trabajando unos meses en un restaurante de Bilbao, pero, al final, no me contrataron”, dice, apenada. Sonia relata, además, que llegaron a proponerle un contrato de un año a cambio de 6.000 euros. Éste es un requisito indispensable para que Shiam pueda conseguir un permiso de trabajo y, así, regularizar su estancia en Bizkaia. Por el momento, los trámites legales para ello avanzan. Pero muy lentamente. En ocasiones, se dan retrocesos que desesperan a la joven. No obstante, Shiam no cesa en su empeño. Espera poder traer a sus hijos con ella y trabajar para labrarse un futuro en Bilbao. Quiere ser una mujer libre y autónoma. “Lo conseguiré”, asegura con una sonrisa.