A sus 77 años, Domi lleva tiempo luchando contra la depresión. Con momentos mejores y peores, las clases para prevenir las caídas se han convertido en una especie de terapia para ella. Los viernes, de 9.30 a 11.00 horas, el primero de los grupos acude al hogar del jubilado de Durango a participar en las consolidadas sesiones. “Llevo dos años viniendo porque esta gimnasia se lleva muy bien. Antes casi no podía andar y ahora tengo más fuerza en las piernas. La relación con el resto de compañeros es muy buena y lo pasamos sensacional”, valoró.

Pensadas para personas mayores de 75 años, las clases las imparte Markel Gegundez. Graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, el monitor pretende mejorar la condición física general y la calidad de vida, y mantener de esta manera la autonomía de los usuarios. Para ello, en cada una de las sesiones se trabajan las capacidades físicas principales: fuerza, resistencia, flexibilidad y equilibrio. Para conseguirlo, se genera un ambiente divertido y agradable en el que los usuarios disfrutan a través del ejercicio físico y del tiempo compartido con sus compañeros. “Es una gimnasia suave con la que intentamos mejorar la calidad de vida de los usuarios mediante el ejercicio físico. El ambiente es muy bueno y disfruto muchísimo con todos ellos”, precisó el monitor.

Tras el calentamiento previo, los usuarios comienzan a funcionar con una amplia variedad de ejercicios con el objetivo fundamental de fortalecer brazos, hombros y piernas. Pequeñas pesas también sirven para trabajar las capacidades físicas. En ese sentido, el monitor corrige las posiciones y tiene en cuenta las dolencias que pueda tener cada uno de los participantes. “El brazo me suele dar guerra y tengo que tener cuidado con algunos ejercicios. Tengo que reconocer que no suelo tener muchas ganas de hacer cosas, pero aquí me gusta venir y llevo ya tres años participando. Los músculos hay que mantenerlos fuertes para poder andar bien y estas clases son muy buenas para conseguirlo”, explicó Abdon, salmantino y residente en la villa durangarra desde hace sesenta años.

Las jornadas comenzaron el pasado 21 de octubre y se alargarán hasta finales de mayo con 28 sesiones de 90 minutos por cada grupo. Durante las clases, los mayores también reciben píldoras informativas sobre aspectos a tener en cuenta en casa para prevenir caídas, y el empleo adecuado de ayudas técnicas. En este sentido, se realiza un seguimiento con test sencillos para observar la evolución de los participantes. Además, se plantean sencillos juegos de memoria y técnicas para disminuir la ansiedad y facilitar la conciliación del sueño. “Me obligo a venir todas las semanas porque tengo problemas en el coxis y las clases me vienen fenomenal. Con los compañeros tenemos muy buena relación y tengo intención de seguir viniendo”, aseguró María sobre las sesiones.