“Una de las exalumnas, Juana, comentó con lágrimas en los ojos que perdió a su madre muy joven y que en las misioneras encontró su segunda casa, especialmente en la ya fallecida hermana María, madre, hermana, referente y amiga y en la congregación una guía que, de algún modo, le ha marcado”. Estas palabras de un vecino de Karrantza que acudió a la misa de despedida a las religiosas de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia se extrapolan a “la mayoría de sus compañeras” en el momento del adiós a su estancia en el barrio de Biañez después de 56 años en la casa que comenzó su andadura como escuela hogar. Ahora “se alquila para un proyecto que seguramente funcionará como casa rural o de eventos, de forma que seguirá siendo un proyecto atractivo para el valle”, avanza Emiliana Mamani, Madre Provincial de la congregación.
La llegada de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia a Karrantza en 1966 respondió a “las necesidades del lugar, nuestra primera misión consistió en poner en marcha la escuela hogar de Santa Ana, a la que acudían niñas de todo el municipio que hoy recuerdan su infancia como sus años más felices”. Posteriormente, mantuvieron un internado “para las alumnas con dificultades de acceso a la escuela, bien por la distancia, bien por la escasez de medios económicos”.
En los años noventa “adaptándonos a los tiempos y de acuerdo a las necesidades sociales, la casa se transformó en un centro para niños emigrantes angoleños”. En 2003 cerró definitivamente el internado para niñas y el edificio “se abrió a actividades diversas: acogida a juventud de campamentos, centro de espiritualidad aprovechando el silencio y la naturaleza de este lugar tan precioso...”
La última etapa se dedicó a la acogida, formación y ayuda a mujeres de América Latina que “valientemente, ante la situación de sus países, se separan de sus seres queridos y vienen a buscar un futuro mejor”. A las que residían en el momento de comunicar el adiós “se les avisó con antelación de que la casa se iba a destinar a otro uso y ya están trabajando en otros sitios, la mayoría como internas”.
“Quedaban ya solo dos religiosas residiendo en la casa”, explica el párroco, Miguel Vera. El desembarco de una iniciativa que dinamice la localidad puede suponer una buena noticia para el futuro porque “como no se afronten los temas principales de trabajo y vivienda en Karrantza no se va a poder desarrollar un proyecto de vida, lo estamos viendo en la escuela, este año han empezado solo cerca de diez niños de 8 años”. Se da la paradoja de que “en Karrantza hay bastantes casas abandonadas, pero, al mismo tiempo, cuesta encontrar vivienda o habitaciones en alquiler”.
Para evitar la despoblación de la parte más rural de la comarca “desde las parroquias de Enkarterri estamos trabajando en un proyecto económico y social en el que hemos identificado una veintena de posibles iniciativas a nivel laboral con las que esperamos contribuir al crecimiento de la comarca”. Además, “en breve firmaremos un convenio con el Gobierno vasco y la Diputación Foral de Bizkaia”.