La ikastola Geroa cumple 50 años y el Ayuntamiento de Getxo se suma a las muchas felicitaciones que está recibiendo el centro educativo otorgándole el premio de euskera Argia Ereiten precisamente por su labor en la promoción y difusión del uso social del idioma.

Ha sido un trabajo férreo durante medio siglo con unos primeros pasos que no fueron sencillos... Sus inicios estuvieron vinculados a la ikastola San Nikolas de Algorta, bajo el nombre de Egunsentia, con un grupo de apenas 20 niños, en casa de una persona particular en la zona de La Venta y después, el centro pasó a una lonja cedida por el grupo Itxas Argia en Malakate. Desde allí, se trasladó a unas lonjas en la calle Puerto de Orduña, adquiridas por varias familias, y en el curso 83/84 se movió a la antigua escuela Santa María, cedida por el Consistorio. Durante unos diez años, Geroa estuvo dividida en dos lugares, y cuando se tomó la decisión de hacer públicas las ikastolas se trasladó al edificio que abrió el Departamento de Educación en la calle Maidagan. Pasados varios años, todo el alumnado se unió en dos edificios en este emplazamiento.

Loli Hernández, trabajadora del centro desde 1979, es ahora la directora –por segunda vez en su trayectoria–. Esta vecina de Andra Mari cree que fue decisivo el bar que durante años tuvo la ikastola en la zona de La Venta, en un local cedido por la familia Isla, ya que la enraizó en Andra Mari. Loli recuerda muchos momentos de la dilatada historia de Geroa. “La ikastola decidió, por sus peculiaridades, sumarse a la red pública y salió bien. Aunque algunas familias no estuvieron de acuerdo, siguieron y demostraron que lo importante era la propia ikastola, por encima de la personalidad jurídica”, explica.

“Las niñas y niños sienten que la ikastola está ligada al barrio. Nuestro alumnado, salvo excepciones, es del entorno y eso permite, al terminar las clases, continuar en un ambiente familiar. Mantenemos abierta la ikastola para poder facilitar esa dinámica”, desvela la directora. Ahora, hay 238 alumnos y 22 profesores –algunos antiguos estudiantes–. “Lo que siempre ha sido un pilar ha sido el trabajo a favor del uso del euskera. Es una lengua para estudiar y vivir, y organizamos actividades para ayudar a conseguirlo”, destaca Loli.