La ley de vida trunca el deseo a diario de tener a nuestro lado a aquellas personas contemporáneas que son historia, que son una parte de nuestra memoria colectiva de Kilómetro Cero y en este caso también internacional. Ayer, fallecía Luis Iriondo Urtenetxea, uno de los rostros más reconocidos de hombres y mujeres que sufrieron el bombardeo contra Gernika-Lumo del 26 de abril de 1936. El funeral por su persona se oficiará esta tarde en la iglesia parroquial Santa María de la villa foral a las 19.00 horas.

La despedida se llevará a cabo tan solo 23 días después de que el Ayuntamiento de la localidad celebrara su centenario de vida, el pasado día 3. Durante esa jornada, Iriondo se mostró jovial y agradeció la recepción familiar ante los medios de comunicación. Aquel hombre que levantaba las manos entrelazadas ante las cámaras, era el autor de un libro que escribió y que la editorial Ttarttalo tituló como 'El chico de Gernika en 2011'. En el volumen queda para la eternidad la historia personal narrada desde el punto de vista de un niño de la época, de un joven de 13 años.

Nacido en Gernika-Luno -los municipios se anexionaron ya en 1882 y en 1979 se aprobó que pasara a denominarse Gernika-Lumo-, Luis Iriondo tenía 13 años el día del bombardeo nazi e italiano, ejecutado con el beneplácito del bando sublevado español. En aquel tiempo, trabajaba de recadista en el Banco de Bilbao cuando comenzó el ataque aéreo fascista contra la villa y su ciudadanía. El ayer finado estuvo en uno de los refugios subterráneos del Pasealeku de donde huyó hacia Lumo y desde donde fue testigo de la volatilización del pueblo causado por bombas incendiarias. Fue evacuado a Bilbao, más tarde a Francia y retornó años después a Gernika.

Historia perenne de aquel capítulo que el pintor Picasso puso en el mapa mundial, fue el segundo de un total de cuatro hermanos, hijos de un matrimonio compuesto por una madre de ideología monárquica y un padre de arraigado sentimiento socialista, de una rama proveniente de la ciudad socialista de Eibar de aquellos tiempos. Su hermano mayor fue Rafael Iriondo, recordado león de San Mamés que formó parte de la denominada “gloriosa delantera” del Athletic junto a los también legendarios Venancio, Parra, Panizo y Gainza.

Luis, en su caso, tuvo siempre dos sensibilidades presentes: una, que llegó a ser durante más de medio siglo el encargado de la escuela de pintura y dibujo de la casa de cultura gernikarra. Asimismo, fue un hombre que quienes conocieron bien lo califican de socialcristiano. Desde 1948 y hasta 1975 fue militante de HOAC, siglas de la Hermandad Obrera de Acción Católica.

Iriondo se distinguió en que al tiempo que la Acción Católica sufrió el abandono de su militancia y esta cambió su rumbo afiliándose a partidos políticos o sindicatos obreros clandestinos, él mantuvo su presencia. De hecho, fue el creador de una portada del periódico llamado ‘¡Tú!’, de HOAC, publicación que se secuestró en 1951. Su aportación se había llevado a cabo tan solo un mes antes de la desaparición del medio y por la celebración del 1 de Mayo, denominado entonces como Día de San José Artesano. Luis, aunque no ha trascendido, formó parte, asimismo, del Ayuntamiento de Gernika-Lumo por lo que se llamó entonces “tercio familiar, de cabezas de familia”, siendo abanderado del mismo entre 1948 y 1975. Al mismo tiempo, fue un hombre implicado en aquellos años 60 en la creación del nuevo movimiento obrero. Un ejemplo de esta actuación fue que colaboró en organizar y recoger como militante de la HOAC un dinero para una huelga en la empresa Laminación de Bandas en Frío de Etxebarri que duró 167 días, entre 1966 y 1967.

Iriondo pasará a la historia como poliédrico en materia de cultura. Euskaldun, escribió cuentos, teatro, una zarzuela titulada ‘Amatxu’, así como un guion de ópera para Francisco Escudero firmada como ‘Gernika’. En su libro ‘El chico de Guernica’ narra su testimonio durante el bombardeo fascista, obra en la que apostó por un mensaje que trataba de “hacer el bombardeo más humano”.

Estuvo en uno de los refugios subterráneos del Pasaleko de donde huyó hacia Lumo y desde donde fue testigo de la volatización del pueblo

El día de su cumpleaños centenario celebrado en el Ayuntamiento de la villa foral, solicitó ante los medios de comunicación que el cuadro Guernica se exponga en Gernika. “Yo también apoyo el lema de ‘Guernica Gernikara’, porque nosotros sufrimos el bombardeo. Nosotros dimos nombre al cuadro, nosotros pusimos los muertos, perdimos nuestras casas… y sin embargo, dicen que no puede traerse aquí”, argumentó. En los actos de conmemoración del bombardeo solía repetir que hay que “cambiar las armas por las palabras”.

Aquel dantesco 26 de abril de 1936, acababa de estrenar sus primeros pantalones largos con 13 años. “En el refugio, mientras los alemanes bombardeaban, yo estaba más preocupado por la bronca que mi madre me iba a echar si le pasaban algo a los pantalones que por si salía vivo de allí”, aportaba testimonio con el humor que le ha caracterizado siempre. “Nos arrojaron una lluvia de fuego, sangre y muerte”, apostillaba serio quien salió huyendo de las llamas hacia Lumo y miraba en todo momento hacia atrás pensando en que no volvería a cenar a su casa, ni dormiría nunca más en ella porque su familia acabó perdiéndola, desapareciendo.

Con el paso de las décadas, Iriondo, de espíritu y convicciones pacifistas, escribió a dirigentes internacionales como Bush u Obama, de Estados Unidos, o a los de las dos Coreas. “Ninguno me respondió, no responden. Yo tengo clara una cosa, que la guerra es el fracaso del hombre. Cuando se da tan solo se queda buscar la paz, nunca más guerra”.

En los actos de conmemoración del bombardeo solía repetir hay que cambiar “las armas por las palabras”