En 1896 aparece documentada la primera receta de vino helado del país, una bebida elaborada con unos rudimentarios aparatos formados por una cuba, un recipiente interior donde se depositaba la mezcla, un aspa que la removía y una manivela. Este singular artilugio de madera es conocido en Euskadi con el nombre de garrafa y en otras comunidades se denomina heladera. En aquella época, los neveros más importantes de toda Bizkaia estaban en el macizo de Itxina y suponían una importante fuente de ingresos para el Ayuntamiento de Orozko. Por ello, la garrafa se convirtió en un instrumento de uso común y habitual en los caseríos de la zona.

Sin embargo, este rudimentario utensilio cayó, poco a poco, en desuso pero la labor y empeño de la asociación cultural Orozkoko Garrafa Elkartea ha logrado recuperar del olvido más de 300 aparatos que, en muchos de los casos, se encontraban guardados en trasteros. Y gracias a esta agrupación, desde hace ya dos décadas, en Orozko la garrafa es, además, sinónimo de fiesta, tal y como volvió o ocurrir ayer durante la jornada grande dedicada al patrón de la localidad, San Antolín. Y es que, tras dos años suspendido por la pandemia, la localidad recuperó su asentado y arraigado concurso de elaboración de garrafa siguiendo la receta tradicional, es decir, “con vino blanco, brandy, agua, limón y azúcar”, precisaron y recordaron desde la organización.

Al certamen, que tuvo lugar entre las 11.00 y las 12.00 horas en un recinto anexo a la plaza de Zubiaur, se presentaron un total de 32 garrafas –siete más que en la última edición, la celebrada en 2019–, además de otras 2 de helado y otras tantas sin alcohol que no competían, pero que dan la posibilidad de introducirse en esta tradición a los más peques. Entre los participantes se encontraban Javi Marquínez y Eneko Astobiza, ambos de Orozko, afanados en dar vueltas a la manivela para conseguir que el granizado quedara en su punto óptimo. Para Eneko, era su primera vez como concursante. “Lo he visto durante muchos años e incluso he ayudado a amigos, pero para este año me he comprado una garrafa nueva hecha en Estados Unidos y, como no podía ser de otra manera, la estoy estrenando aquí”. Su amigo Javi es algo más veterano. “Es mi cuarto año en el certamen”, indicó, y aunque nunca ha logrado premio “porque tengo aún que mejorar el punto” lo importante para él es “participar y pasar una mañana divertida”.

A pesar de la amenaza de lluvia y la ligera llovizna que cayó al inicio del concurso, el ambiente fue inmejorable y una de las cuestiones que quiso destacar la organización fue la presencia de mucha gente joven. “El objetivo con el que nació este concurso era sacar a la calle y dar a conocer una tradición que se estaba olvidando. Eso fue hace 20 años y mucha de la gente que estoy viendo hoy aquí eran, por entonces, unos chiquillos y es muy gratificante que ahora estén participando”. Todo indica que el futuro del concurso está asegurado gracias al interés de las nuevas generaciones aunque “lo que es en la organización, no estamos encontrando relevo, pero aún somos una docena y media de personas las que tiramos del carro”. Tal y como marcan las normas, las garrafas se entregaron a las 12.00 horas para que la bebida fuera catada por el jurado y en torno a las 13.00 horas llegó la degustación popular de esta tradicional bebida helada que protagoniza la principal jornada festiva de Orozko.