Más de 200 peregrinos de todos los pueblos de Arratia, más algunas personas procedentes de las cercanas localidades de Otxandio y Durango, se sumaron el sábado a una nueva edición de la ancestral rogativa del valle al Santuario de Urkiola, una tradición con la que, ni siquiera, pudo la pandemia ya que en 2020 y en 2021 también se pudo llevar a cabo, aunque en formato reducido y con las pertinentes medidas de seguridad. Eliminadas las restricciones, la cita ha sido calificada como "una celebración alegre y gozosa, donde todos los arratianos se han sentido parte de un mismo caminar", asegura el párroco José Mari Kortazar.

A pie siguiendo las rutas existentes desde varios puntos de la comarca de Arratia, en autobús o en coche, desde las 10 de la mañana fueron llegando ya peregrinos al bello entorno del santuario donde se sucedieron los saludos y los abrazos mientras los trikitilaris de Igorre alegraban la espera. A las once de la mañana, con puntualidad británica, los voluntarios de las parroquias de Bedia dieron inicio a la misa presidida por los curas del valle. "El pueblo se ha sentido uno, uniendo sus oraciones y cantos y se han tenido presentes, también, las necesidades de los pueblos del valle y las víctimas de la guerra de Ucrania", destaca.

En esta especial jornada, feligreses y vecinos quisieron, además, mostrar su agradecimiento con aplausos y versos a los curas Agustín Ortiz y José Mari Kortazar, a quienes después de haber colaborado, un año y doce años respectivamente, con las parroquias del valle, les llega el momento de decir adiós. Y tras la misa hubo tiempo para compartir un pincho, bailar y sacar la foto par el recuerdo.