El afecto en la imagen de la despedida distaba de las reservas del primer día. “Hasta yo lloré. Llama la atención el vínculo que han forjado en una semana”, explica la jefa de estudios, Maitane Zearreta, pero es que lo han compartido todo. Desde la jornada escolar, ayudando en los exámenes a sus compañeros si hacía falta, a la convivencia con las familias, que “los han cuidado como a sus propios hijos”. Días en la ciudad portuguesa de Chaves que guardará para siempre en la memoria el curso de sexto de Primaria del colegio de Karrantza, participante en el programa Erasmus + con un proyecto que aúna robótica y sostenibilidad. Han sacado Matrícula de Honor en un reto mayúsculo y más aún para un centro de un municipio pequeño. El balance les devuelve con creces el esfuerzo de Maitane y la tutora, Eider Portillo, que le han dedicado muchas horas fuera de nuestro horario de trabajo”. No hay más que ver cómo “los chavales nos cuentan que se comunican con sus nuevos amigos por videollamada”.

Aunque normalmente, “el programa Erasmus se asocia a la Universidad o Bachillerato” también se puede vivir esta enriquecedora experiencia en etapas educativas anteriores. En Karrantza, donde se imparten Infantil y Primaria, lo solicitaron presentando un proyecto articulado en torno a la robótica , que ya habían trabajado en las aulas “desde los 4 años hasta sexto de Primaria” sirviéndose de los populares Lego para “aprender a fabricar y programar partiendo de cero y conseguir que funcione” incluyendo clases en inglés. Así, el alumnado debía “construir un robot que ayudase al medio ambiente” al mismo tiempo que los estudiantes “aumentan la participación activa en su propio proceso de aprendizaje, dotándolo de herramientas y estrategias para lograr sus propias metas en un marco de respeto y valoración de la diversidad, desarrollo e integración de las tecnologías digitales como medio para mejorar la calidad docente y los procesos de enseñanza”. Teoría sobre el papel cuyo significado en la práctica han comprendido en toda su dimensión.

Evaluaron la propuesta con 82 puntos sobre cien tras sortear el papeleo. El país y el centro colaborador “dependían de nosotros, cada colegio sube sus proyectos a una aplicación y contacta con otros”. La inseguridad derivada de la guerra en Ucrania enfrió el interés que recibieron desde Turquía. Con la Agrupación Escolar Julio Martins congeniaron desde el principio. Conformada por “varios colegios: Infantil, primer y segundo ciclo de Primaria y tercer ciclo de Primaria, además del ciclo de ESO con FP incluida, suman del orden de 300 profesores y mil alumnos, nada que ver con nuestros 23 docentes y 209 alumnos”.

Clases compartidas

Comenzaban asistiendo con sus compañeros portugueses a la clases que le correspondían: “idiomas, matemáticas, historia...” Juegos de conocimiento, travesías en canoa, pruebas deportivas, “entre ellas la sokatira, para reflejar nuestra cultura”, estrecharon lazos”. También pasearon por el centro histórico y museo de las termas romanas de Chaves y se atrevieron a cantar en un festival de música organizado con motivo del Día de la Infancia. Tres grupos formados por niños vascos y portugueses entonaron canciones en inglés, portugués castellano y en euskera, Ikusi Mendizaleak ovacionados por el público.

Y llegó el momento de dar forma y presentar sus creativas propuestas ante la clase. “Alucinamos con la imaginación que pueden desplegar los niños y lo bien que se manejaron trabajando juntos”, afirma Maitane Zearreta: “un robot escoba que se paraba cuando detectaba plástico en el suelo y lo recogía, una regadera que, cada vez que veía una planta, se detenía y la regaba una por una y no de forma automática” fueron algunas de las ideas que conquistaron al profesorado. Culminaba el trabajo que han llevado a cabo en Karrantza durante todo el curso con “presentaciones, maquetas y estudio de la ciudad” anfitriona.

¿Y el próximo curso?

Con Ganas de repetir, pero...

El hándicap de la inestabilidad de la plantilla docente. Se ha planteado en el claustro de profesores volver a solicitar el Erasmus + para el periodo lectivo 2022-2023, pero no ha salido adelante. “La poca estabilidad de la plantilla”, que suele preferir otros destinos por la ubicación geográfica del valle y su distancia con respecto a otros núcleos más poblados lastra al colegio de Karrantza, “esa es la pena, porque un proyecto de estas características requiere compromiso”, opina la jefa de estudios, Maitane Zearreta.

Posible visita portuguesa. El trato con el colegio de Chaves y las familias con las que se ajojaron los estudiantes fue “muy fluido, les agradecemos que los cuidaran como a sus propios hijos”. Para el próximo curso “les han aceptado el proyecto”, así que es posible que puedan devolverles la hospitalidad en Enkarterri. Aunque faltarán en el cento los escolares que han viajado este año, puesto que pasan a Secundaria, que no se imparte en el colegio de Karrantza.

“Alucinamos con la imaginación que pueden desplegar los niños y lo bien que se manejaron trabajando juntos”

“Presentaron un robot que riega las plantas una por una, otro detecta y recoge el plástico”

Jefa de estudios