Ha sido como el milagro de los panes y los peces, pero actualizado y en un escenario completamente diferente. Empezaron con una furgoneta cargada de materiales de primera necesidad con capacidad para traerse a 7 personas de Ucrania y han terminado con cuatro vehículos y 26 personas en Euskadi a las que no conocían, pero con las que han creado unos vínculos emocionales inquebrantables.

Y todo, gracias a la solidaridad de un grupo de trabajadores de Ner Group que de un día para otro dieron un paso al frente y pronunciaron eso de Si se quiere, se puede. Atzio Orexa es uno de ellos y ha narrado a DEIA que los cinco días de esta peregrinaje por medio continente han sido muy intensos para todos.

No es fácil ver cómo una persona mete toda su vida en una maleta pequeña, "de esas que llevas cuando te vas de viaje en avión de vacaciones", ejemplifica Orexa. Y menos aún aguantar las lágrimas. Fueron dos días de ida y tres de vuelta porque este convoy humanitario transportaba mujeres y niños (y tres perros y gatos).

Un niño con un par de años, algún que otro adolescente, una señora de 85 años y mujeres. "Los encontramos rotos", ha resumido en Ereaga el equipo de ocho empleados de este consorcio de empresas vascas que están acostumbradas a trabajar esas otras facetas que tanto o más valen en una vida: solidaridad, sostenibilidad y justicia, vínculos, aprendizaje y enseñanza, compartir...

La lista es interminable. Casi tan larga como los monótonos silencios que marcaron las primeros cientos de kilómetros. "Para ellos aquel día [este pasado lunes] que les recogimos en Kosice fue muy duro emocionalmente. Los llantos, los silencios,... Dejar atrás todo. La guerra. La familia...", ha descrito Orexa, coordinador de Compromisos con la Sociedad de Ner Group.

Siete niños y adolescentes que han vuelto a mirar al horizonte que dibujaba el mar en calma en la playa de Ereaga. Sin lágrimas en los ojos; solo en sus corazones. Una de las mujeres ucranianas no ha esperado a llegar a Getxo y se ha apeado en Oiartzun para tomar otro transporte hacia París donde tiene amistades.

El resto han sido acogidos por familias getxoztarras. "Lo único que buscamos en Kosice era no romper núcleos familiares", ha declarado Orexa. Se trata también de círculos de personas alineadas con la estrategia humana de Ner Group. "Ahora les empieza una nueva vida, diferente por lo menos", enfatizaba.

Y no será el único ejercicio de solidaridad que esta plataforma empresarial tiene entre manos. Esto ha sido un aprendizaje. A marchas forzadas, sobre el terreno. La colaboración de una ucraniana de Astigarraga, Iryna Dotsenko, y su marido que casualmente es chófer, no ha tenido precio. De momento, están compartiendo su experiencia con otras organizaciones y personas anónimas que también quieren poner su granito de arena.

"Para nosotros, sentir que las cosas se pueden hacer de otro modo, y que otro tipo de sociedad puede surgir a partir de la implicación de la sociedad civil es muy gratificante. Verles abrazarse con nuestros chóferes te toca muy dentro,...", ha entrecortado sus palabras.

Esta tarde-noche, al centro de Bilbao ha llegado otro grupo. Eran 22 personas. Familias enteras (dos bebés, seis niños, tres adolescentes y mujeres y abuelas, han apuntado desde la Dirección del Hotel Ilunion) que serán alojadas "el tiempo que haga falta", en el Hotel Ilunion. Tatiana, ucraniana y empleada de la cadena hotelera será su ángel de la guarda aquí. Porque la acogida no ha terminado; acaba de empezar. En este hotel esperan otro grupo de unas treinta personas en las próximas horas.