Es un problema a nivel mundial, como todos los provocados por la acción humana. Y preocupa porque casi con toda seguridad irá a más. Son los contaminantes emergentes, tal y como ilustran desde URA-Agencia Vasca del Agua, uno de los organismos que investigan este asunto y su incidencia en los ecosistemas vascos.

Porque restos de ese tipo de impurezas han sido detectadas hace ya varios años en el medio acuático del Territorio aunque en niveles no tan exagerados como en otros lugares. El madrileño río Manzanares, por ejemplo, ostenta el título de ser el más contaminado del continente europeo debido a la elevada presencia de químicos de fármacos y drogas, según un estudio científico.

En el caso de Bizkaia también es motivo de análisis -en laboratorios y en foros científicos- el medio marino. Las playas y sus aguas se han convertido con el paso de los veranos en auténticos zumos rebosantes de productos químicos y microplásticos que sueltan las cremas y filtros solares cuando las personas se dan un chapuzón. Y algo parecido, a menor escala, ocurre en los caudales de los ríos y en las aguas que llegan a las depuradoras para ser tratadas y devueltas al circuito. Rastros de champúes y geles, anticonceptivos, restos de medicamentos expulsados a través de la orina, y de sustancias estupefacientes desterradas también del cuerpo. Todo acaba en el mismo lugar.

En Bizkaia hace tiempo que este fenómeno es examinado por URA, el Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia o Azti. La gravedad lo merece. Las consecuencias que pueda ocasionar para la vida humana (y para la flora y fauna del medio) es una auténtica incógnita. Fuentes de la Agencia Vasca del Agua insisten en la importancia de impulsar las investigaciones en esta materia.

Falta hace porque la red de depuradoras no puede responder con la eficacia deseada a la presencia de esos contaminantes emergentes, entre los que se incluyen las temidas bacterias resistentes a los antibióticos. El Consorcio de Aguas Bilbao Bizkaia activó hace ya un par de años un proyecto que busca saber más. Y finalizará en septiembre. Los datos recogidos determinarán la forma de responder a los contaminantes emergentes.