Una plaza de aparcamiento ocupada, una negativa a instalar un ascensor, una normativa limitadora o la sorpresa extendida porque este colectivo pueda tener descendencia e incluso relaciones íntimas. Todos esos -y más- son los estorbos no físicos que entorpecen la vida plena de miles de personas que padecen alguna discapacidad.

Las barreras urbanísticas van desapareciendo poco a poco, pero esos microconismos que obstaculizan el avance hacia una sociedad inclusiva y una comunidad integral no son tan fáciles de desterrar del pensamiento.

Tanto, que desde Fekoor (Federación Coordinadora de Personas con Discapacidad Física y/u Orgánica de Bizkaia) han lanzado una campaña para tratar de concienciar a la ciudadanía sobre el amplio catálogo de conductas y actuaciones que complican el día a día de miles de personas.

Lo dice Juan Carlos Sola, director de la entidad, durante el acto reconocimiento a los deportistas paralímpicos Iker Sastre e Higinio Rivero y la entrega a ambos del premio Vida Independiente.

Habla por todos ellos cuando recuerda que se enfrentan a diario a barreras físicas, sociales y económicas, pero que además, las personas con diversidad funcional deben hacer frente a “actitudes que nos excluyen de poder participar de una forma plena y efectiva en la sociedad como iguales”.

La iniciativa, con apoyo del Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación Foral de Bizkaia, pretende contribuir a una transformación “emocional”, resumía Sola. Se trata de “modificar las actitudes que estigmatizan e institucionalizan la discriminación”, sentencia.

Y va más allá cuando enfatiza que “nuestro colectivo sufre a diario lo que hemos denominado microconismos: actitudes discapacitantes por parte de personas que no se ponen en nuestro lugar y que ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el suyo propio hasta que no lo sufren en su propio entorno”, denuncia.

Y da ejemplos. Más de uno y de dos. Ahí están la oposición a instalar un ascensor; el rechazo a mejorar el acceso a un local comercial; la ocupación de una plaza de aparcamiento reservada; las dificultades en la operatividad de la plataforma elevadora en un autobús; “la existencia de normativas discriminatorias que nos impiden ser personas cuidadoras de hijos o hijos con dependencia”; o las limitaciones a la asistencia personal cuando se viaja a un Territorio Histórico distinto al lugar en que viven.

Por todo ello, Sola hace un llamamiento a la sociedad civil, a las empresas y a las administraciones públicas a que “derriben sus conos mentales y abran oportunidades a todas las personas para poder construir, entre todas y todos, una sociedad más inclusiva, igualitaria y accesible, o simplemente más justa”.