Cada uno correrá sus cinco kilómetros por donde quiera, pero todos con el mismo fin, apoyar la investigación del cáncer de mama. Aunque la pandemia hará que la marea rosa se disperse, su mensaje, No estás sola, conservará su fuerza. "Es un apoyo a quienes estén pasando por ello, sean mujeres u hombres porque, aunque en un porcentaje mínimo, también existen", señala Maite Elorriaga, presidenta de Acambi, organizadora de la iniciativa.

Las plazas de la carrera se han agotado. Señal de que no están solas.

-Esa es nuestra función, estar con ellas, escucharlas y entenderlas porque muchas veces el entorno está muy preocupado, pero intenta quitarle un poco de dramatismo, y se sienten incomprendidas.

¿Cómo ha afectado la pandemia a las pacientes con cáncer de mama?

-Ha habido diagnósticos tardíos porque las mujeres han tenido miedo de ir a consulta y contagiarse de covid o por la sobresaturación de la atención primaria. Ha habido un retraso en los diagnósticos y nos han venido muchas personas con un diagnóstico ya no muy favorable.

¿Se han aislado más las pacientes oncológicas que el resto?

-Las personas que están en tratamiento tienen el doble de miedo: "Ya estoy baja de defensas con lo que me están dando, voy a procurar no arriesgarme". De hecho, en la asociación hemos atendido más por teléfono que presencialmente. Les daba miedo no solo estar aquí, sino venir en transporte público.

¿Qué porcentaje de curación tiene actualmente el cáncer de mama?

-El porcentaje de curación es de un 85% a los cinco años. A los diez años baja a un 80%. A medida que cumples años de supervivencia corres el riesgo de que vuelva otra vez en algunos casos, no en todos. Hay muchos cánceres de mama distintos.

¿Cuáles son los principales avances en el ámbito sanitario?

-Se ha avanzado mucho en diagnóstico porque se han perfeccionado las mamografías y las medidas de detección del tumor y también en los tratamientos: son más dirigidos, más diana, hay más amplitud.

¿Queda mucho por hacer?

-Hay un porcentaje de tumores que no responden a los tratamientos convencionales. La doctora María del Mar Vivanco en CIC bioGUNE está estudiando por qué y nosotras apoyamos su investigación. La Medicina ha avanzado a pasos agigantados y yo misma he podido comprobarlo, pero queda mucho por hacer.

¿De qué manera lo ha constatado?

-He pasado dos veces por un cáncer de mama con una diferencia de doce años. En 2005 aún no se estudiaba el ganglio centinela, con lo cual te tenían que extirpar todos los ganglios de la axila, lo que hace que ese brazo esté más comprometido. En 2017 tuve otro carcinoma en la otra mama y solo me tuvieron que quitar el ganglio centinela y otro. También se hacía el Oncotype, una prueba que determina si la quimioterapia te va a beneficiar o no.

¿Cuáles son los miedos de las pacientes al recibir el diagnóstico?

-Llegan en shock porque se les cae el mundo encima. Tienen el miedo a si estarán en el grupo de las que salen adelante o no; a qué va a pasar con su trabajo, porque hay personas que han sido despedidas; a cómo va a afectar a su vida en pareja... La mayor angustia, si es joven, es: "Yo no voy a ver crecer a mis hijos". En la asociación llevamos dos años con un programa de apoyo a familiares.

¿Y cómo ha sido la experiencia?

-Muchas veces el entorno quiere ayudar y no sabe cómo. Ellos lo están pasando mal también y hay que darles herramientas. Recuerdo a una niña que quería ejercer el rol de cuidadora de su ama y no le correspondía por edad. A esa niña hay que cuidarla y darle herramientas para enfrentarse a lo que está viviendo.

Luchar, ganar la batalla... ¿Hace daño este lenguaje bélico?

-Hace mucho daño a las personas con metástasis, que saben que no hay futuro y dicen: "¿Qué pasa, que yo he luchado menos que tú, que has salido adelante?". Han luchado lo mismo o más, pero no tienen el mismo pronóstico. Se sienten dolidas.

¿Perjudica el exceso de positivismo? A veces parece que hay que afrontar el cáncer con una sonrisa.

-Hace mucho daño. No me puedes pedir que sonría cuando no sé si voy a salir adelante. Nosotras no dramatizamos, pero tampoco les decimos: "Esto se pasa, esto se cura, de esto se sale". Hay quien sí y quien no. La persona que viene derrotada necesita otro tipo de apoyo, no esa euforia.

¿Los médicos hablan de tumores para evitar la palabra cáncer y suavizar el impacto del diagnóstico?

-La palabra cáncer aún tiene una connotación dramática y de entrada se intenta evitar. Ven hasta dónde quiere saber el paciente y si no está muy receptivo, le hablan de tumores. Si le preguntas: "Doctor, ¿esto es un cáncer, verdad?", ya le abres la puerta para que lo diga.

Tienen mayor sensibilidad.

-Hemos dejado atrás a aquellos oncólogos que parecían dioses. Hay equipos jóvenes con otra empatía, con un cariño y una sonrisa desde que entras por la puerta: "Vamos a intentarlo, vamos a empezar con un tratamiento, y si no, tenemos mucha batería". Sales con otra esperanza.

Se aconseja a las mujeres autoexplorarse, pero nadie les enseña.

-Ese es el gran problema, que no nos enseñan desde niñas a conocer nuestras mamas. Cuanto antes las palpemos, mejor nos daremos cuenta de si hay alguna anomalía. No podemos pretender que con 50 años te digan que te palpes a ver si te encuentras un bulto porque puedes tener microcalcificaciones y, como no conoces tu mama, te asustas.

Usted, que ha superado el cáncer en dos ocasiones, ¿qué consejo daría a una recién diagnosticada?

-Que confíe en su médico y que si necesita ayuda psicológica, la pida. Que el cáncer no la paralice, no le deje sin perspectiva porque piense: "Mi vida se ha terminado aquí y ahora". No, no se ha terminado. Vamos a intentar afrontar lo mejor posible lo que el día a día nos depare.