A mediados de febrero de 2020 todavía no se habían diagnosticado casos de coronavirus en Bizkaia, pero “ya existía ese run run con las noticias que por entonces nos empezaban a llegar desde Italia”. Sin duda, el covid-19 protagonizó las conversaciones de atletas y ciclistas que se preparaban para competir en la Apuko Igoera. La carrera que desde 2008 se disputa en Zaramillo reúne cada año a “unas 800 personas contando solo los participantes”, una cifra que ya supera al censo de esta núcleo urbano perteneciente a Güeñes donde residen “en torno a 500 ó 600 vecinos”, según Javier Pérez, miembro de la organización.

“Si el año pasado nos hubieran hablado de lo que estábamos a punto de vivir, nos habría parecido sacado de una película de ciencia ficción”, recuerda. Con todo, no perdieron la esperanza de mantener la Apuko Igoera 2021 con su formato habitual, en las modalidades de trail y bicicleta de montaña el domingo 14 de febrero. Pronto esta opción se volvió inviable “porque no pensábamos que las cosas mejoraran tanto como para poder tirar adelante”.

Comenzaron a barajar otras alternativas “para tenerlas listas de forma que pudiéramos avanzar con los preparativos”, que requieren meses de planificación “desde agosto o septiembre”. Perfilaron un protocolo sanitario que preveía reunir burbujas de deportistas “desde que pusieran un pie en Zaramillo hasta que se marcharan”.

Grupos de deportistas

Realizaron “un esquema de la carrera y sanitario” que consistía en espaciar la prueba a lo largo de todo el fin de semana en lugar de la habitual salida del domingo de las dos disciplinas. Divididos en grupos de unas cincuenta personas, cubrirían el circuito “con cuidado de que nunca se acumulara demasiada gente” y a cada uno se le asignaría una persona de la organización encargada de supervisar el dispositivo. Incluso “registramos la solicitud para obtener el permiso la Diputación”.

Sin embargo, “observábamos cómo la pandemia seguía empeorando y reflexionamos”. “Estábamos empeñados en organizar la prueba a costa de todo y nos preguntamos: ¿merece la pena?” para responder que “no nos va la vida en ello porque a futuro habrá más años para organizarla”. En estas circunstancias, “lo único que podíamos hacer era meter la pata porque es un evento totalmente altruista para dinamizar el pueblo” y no querían convertirlo en un foco de contagio, así que, “sintiéndolo mucho, nos tomamos esta edición sabática”.

La “incertidumbre” que se respiraba a finales de año cuando adoptaron la decisión definitiva sigue ahí “igual o peor y lo sabemos los que ocurrirá dentro de dos meses”. A mediados de 2021 evaluarán los pros y los contras de cara a febrero de 2022 con la confianza de el horizonte haya mejorado.

Hubieran cogido con ganas la Apuko Igoera con lo que han echado de menos las salidas al monte durante el confinamiento. En casa “intentamos practicar deporte” sirviéndose, por ejemplo, “del rodillo de la bicicleta”. Entre los meses de mayo y junio “resultaba imposible encontrarlo por Internet, porque todos los artículos de este tipo se habían agotado”. “Así y todo, aquellas semanas nos pesan y seguro que hemos cogido algo de peso porque no es lo mismo salir al aire libre que ejercitarse en casa”, bromea Javier Pérez.

La Apuko Igoera, “la carrera de montaña con más participación de Enkarterri”, que “nunca se había suspendido”, recarga energías para regresar cuando se pueda.