La apertura de la nueva terminal del Aeropuerto de Bilbao. Sobre todo si se es un usuario habitual y hay que sufrir los inconvenientes de su arquitectura o, por el contrario, es escenario de alegrías, reencuentros y abrazos.

Este jueves se cumplen veinte años de los primeros vuelos que atendió del edificio diseñado por Santiago Calatrava, una estructura revolucionaria en el inicio del presente siglo y de la que el valenciano se sentía muy orgulloso por ser su primera terminal aérea.

El acto oficial de inauguración de la terminal tuvo lugar cuatro días antes. Calatrava, como arquitecto estrella, explicó a los más de 400 invitados al acto la filosofía del edificio "una obra que emerge del valle hacia el cielo". Así, el bloque ya conocido entonces como La Paloma por su forma similar al ave con las alas extendidas, quedó presentado en sociedad. Su construcción se prolongó mas de cuatro años de obras y supuso 15.000 millones de pesetas aportados por Aena para asombrar con una terminal aérea que ya casi desde el principio nacio estrecha de espacio.

El ente gestor tuvo que fichar de nuevo a Calatrava, ya que el contrato original obligaba a ello, para acometer una serie de reformas obligadas por la nueva legislación en cuanto a barreras arquitectonicas se refiere y dar solución a los problemas continuos de contar con una área de Llegadas abierta a las inclemencias del tiempo. Por ello el valenciano se embolsó más de tres millones de euros por diseñar una pared de cristal de 125 metros de largo que evitara la lluvia y las corrientes de aire. Además, se aprovechó para construir cuatro ascensores que facilitaran la movilidad y sustituir las originales escaleras mecánicas por rampas más accesibles. Desde que se presentó este proyecto conjunto en 2006 pasaron cinco años hasta que los pasajeros pudieron beneficiarse de las nuevas dependencias y servicios. Ahí es nada.

CON OBRAS Y CRECIENDO

También en 2011 se construyó un nuevo aparcamiento, ya que el principal de 3.000 plazas se había quedado pequeño y se empezó a pensar en la remodelación del interior de la terminal. Años después se unificaron los tornos de seguridad, los espacios comerciales y de hostelería coparon el doble de superficie, tanto en la zona tierra como en la zona aire, y finalmente se procedió a la renovación íntegra de la cubierta para erradicar definitivamente las goteras y que se pudiera levantar parcialmente cuando los vientos azotan el Txorierri.

Vamos, dos décadas de obras constantes pilotadas por cuatro directores diferentes y marcadas en su mayoría por carencias constructivas, pero también por que el incremento de la demanda obligaba a remodelaciones y ampliaciones para dar el mejor servicio.

Y es que el pasaje de La Paloma ha evolucionado mucho. De ser al principio mayoritariamente un aeropuerto de ejecutivos, con viajes de día a Madrid o Barcelona o de dos o tres jornadas a aeropuertos europeos, ha pasado en la actualidad a codearse al 50% con los viajeros de ocio. En la última década el aeropuerto ha sido la puerta de entrada al aluvión de turistas que han llegado para conocer Euskadi y de los vascos, cántabros, navarros y riojanos que han tenido la terminal de Loiu como referencia para iniciar sus vacaciones. Por que La Paloma no atiende solo a los pasajeros locales. El Aeropuerto de Bilbao cubre las necesidades aéreas de varias comunidades autónomas aledañas e incluso de habitantes de Iparralde. El aterrizaje casi cada temporada veraniega de nuevos destinos y la llegada de los vuelos low cost extendieron las alas de La Paloma de forma ininterrumpida. Y todo ello solo con el atractivo de ser una buena plaza aérea, sin que las autoridades locales hayan tenido que subvencionar a compañías por establecerse aquí con diferentes rutas, como es habitual en el resto de aeropuertos de la cornisa cantábrica.

Por eso, las estadísticas de pasajeros siempre han ido al alza en estas dos décadas, a excepción de cuatro años negativos tras la crisis económica de 2008. A pesar de ese bache, se ha pasado de 2,44 millones de viajeros al finalizar 2001 a casi seis millones el pasado año, un récord absoluto que, desafortunadamente, tardará varios años en ser superado, algunas voces lo demoran hasta 2024, tras la hecatombe de la pandemia

Por cierto, a partir del lunes todos los viajeros que vengan del extranjero tendrán que portar una PCR negativa para poder salir de la terminal y entrar en Euskadi. Nuevas exigencias sanitarias.

AL DETALLE

15.000 mill.

CUATRO AÑOS DE OBRAS. La terminal diseñada por Santiago Calatrava costó 15.000 millones de pesetas de la época y su construcción se prolongó durante cuatro años.

Evolución

PERFIL DE LOS PASAJEROS. Desde su apertura la terminal ha visto como han cambiado los viajeros que atendía creciendo los turistas en detrimento del tradicional pasaje ejecutivo.

Sin actos

POR LA PANDEMIA. Las restricciones actuales y su actual situación de actividad, que no llega al 40% de un ejercicio habitual, ha supuesto que se haya optado por no celebrar acto alguno.