Sin rosquillas, romería, ni alegría. “Está todo muy triste”, resumía la santurtziarra Ana Rodríguez, que al igual que en los últimos trece años, no faltó fiel a su cita, cada 15 de agosto, con la Amatxu de Begoña y completó junto a Yerai Martín el recorrido -esta vez diurno en vez de nocturno-, entre la localidad marinera y la villa en poco más de tres horas. “Este año, más que nunca, le he pedido salud para todos”, subrayó sobre su petición a la Virgen.Y es que, desde que se desató la crisis sanitaria provocada por el covid-19, nada ha vuelto a ser como antes. Ni siquiera una de las festividades más tradicionales como es la Virgen de Begoña, patrona de Bizkaia, fecha señalada en rojo en el calendario de los devotos.

Celebración de la misa mayor en el día de la Amatxu de Begoña. Vídeo: Pablo Viñas

Misa en la basílica de Begoña en el día de la Amatxu

Misa en la basílica de Begoña en el día de la Amatxu

En este sentido, la suspensión de la romería y la reducción de aforo en la basílica, de acuerdo a las medidas sanitarias, provocaron que el templo bilbaino ofreciese una atípica estampa, lejos de las aglomeraciones de otros años, donde los fieles se agolpaban dentro y fuera de la basílica para rendir homenaje a la Amatxu.

De esta manera, con un estricto control de entrada, el obispo de Bilbao, Mario Iceta, presidió la misa mayor al mediodía que contó con un aforo limitado de 255 personas, (años atrás se agolpan hasta 800 fieles) al igual que los otros siete oficios religiosos que se celebraron durante la jornada y que también completaron su aforo.

Una festividad que este año no trasnochó ya que las oficios comenzaron a las seis de la mañana debido al impedimento de poder celebrar la tradicional peregrinación nocturna que cada año lleva hasta Begoña a miles de fieles. Según las estimaciones de la Cofradía de Begoña, unas 150.000 personas cada año.

Tampoco se pudo ver en acción al alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, puesto que no ejecutó el tradicional aurresku en honor de los bilbainos suspendido este año por el Ayuntamiento en coordinación con el Obispado debido a la pandemia.

“Nos estamos jugando la salud y la economía; sin salud no hay economía y sin economía no hay salud; nos jugamos el presente y el futuro”, destacó el regidor bilbaíno, que estuvo acompañado por otros representantes públicos como el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, la presidenta de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Otadui, así como de representantes de diversos partidos políticos de la villa como las jeltzales, Nekane Alonso y Gotzone Sagardui; la popular Raquel González o el socialista Álvaro Pérez, entre otros.

Recuerdo a los fallecidos

Después de la misa mayor, el primer edil bilbaino quiso recordar “a las personas fallecidas y a sus familias, y a las personas que están sufriendo el impacto del coronavirus” y solicitó a la ciudadanía “responsabilidad” en el cumplimiento de las medidas sanitarias y que actúen “todos juntos” para salir de esta situación, “con esperanza, ilusión, responsabilidad y respeto”. Al mismo tiempo, el regidor de la villa quiso trasladar su felicitación “personal e institucional” a la ciudadanía en general por su comportamiento “cívico y responsable, en este día tan especial para muchos”, en referencia a la festividad de la Vírgen de Begoña.

Además del aforo limitado, la necesidad de acreditarse con el DNI para poder acceder a la misa y la suspensión de la romería, también faltaron este año los puestos de venta de productos típicos relacionados con esta festividad religiosa en las inmediaciones del templo. Por su parte, los fieles que accedieron a la basílica lo hicieron mediante la reserva de plaza con cita previa y con desinfección del templo después de cada ceremonia celebrada cada dos horas.

El presidente de la Cofradía Nuestra Señora de Begoña, Javier Diago, se mostró satisfecho por el transcurso de la jornada en una celebración extraña pero en la que se respetaron todos los protocolos sanitarios. “Lo más importante en este día es mantener la salud de cofrades y fieles para que el año que viene estemos todos aquí”, señaló. Desde esa perspectiva, valoró “positivamente” el esfuerzo de todos sus compañeros de agrupación, que se volcaron junto a las autoridades municipales y los responsables religiosos para solventar las “inéditas dificultades organizativas, como mantener la distancia de seguridad y evitar aglomeraciones”. Asimismo, Diago explicó que únicamente instalaron una caseta para la venta de lotería “de forma agilizada” y deseó poder celebrar el año que viene esta festividad “sin mascarilla”.

Un anhelo también compartido por Jose Mari Oiarzabal, presidente de Bizkaiko Dantzarien Biltzarra, quien echó en falta el gran ambiente festivo de otras ediciones anteriores. “Este año es hasta triste”, lamentó. Respecto al ambiente dentro de la basílica, Oiarzabal aseguró que debido a la reducción de aforo, la ezpatadantza se ve mejor, pero no la sientes igual, es completamente diferente”. Por último, deseó poder disfrutar el año que viene “doblemente” de esta festividad.