Bilbao - La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha adjudicado la instalación del sistema Lidar Doppler 3D, un dispositivo que será capaz de avisar de los fuertes vientos que provocan las espectaculares imágenes de aviones zarandeados cuando intentan tomar tierra en las pistas del aeropuerto de Bilbao.

El conocido entre los pilotos y los controladores aéreos como efecto cizalladura se genera cuando, en la particular orografía del valle donde se encuentra La Paloma, el aire que llega de orientación sur a velocidades que superan los 70 kilómetros por hora afectan a las maniobras de aterrizaje.

Para avisar a los comandantes que llegan a Loiu que se pueden encontrar con este fenómeno y estén preparados para la maniobra, Aemet inició hace dos años un estudio con el objetivo de propiciar la instalación de este sistema mucho más eficaz que el que estaba instalado, denominado LLWAS. “Era un sistema que realmente no funcionaba bien porque no está diseñado para detectar el efecto cizalladura en vertical y requería además un elevado coste de mantenimiento que suponía unos 100.000 euros al año”, concreta Margarita Martín, responsable de la agencia Aemet en el País Vasco.

Con la colaboración de los pilotos de Vueling y Lufthansa, además de personal de Aena y Enaire, la agencia estatal que controla el espacio aéreo, Aemet elaboró un informe donde se recogía cómo la cizalladura era la causa del 70% de las aproximaciones frustradas a Bilbao y que el sistema LLWAS no era válido. Por ello se apostó por instalar un Lidar Doppler 3D, un sistema de detección basado en láseres infrarrojos. Funciona como un radar de tráfico que emite un haz de luz, rebota en el coche y vuelve indicando a la velocidad a la que circula.

En este caso el láser se lanza a la atmósfera y rebota en partículas en el aire que son invisibles para el ser humano para devolver la información con una frecuencia distinta, la cual, al medirla, aporta la velocidad de la partícula y del viento que la transporta. Y todo ello haciendo barridos en toda la zona necesaria, en vertical, horizontal y combinados, no solo a ras de pista como media el anterior sistema.

Tras sacar a concurso la instalación del nuevo dispositivo fue adjudicado por Aemet a la multinacional DTN el pasado mes con un coste de poco más de 1,1 millón de euros y con la intención de que su instalación se ejecute a lo largo del primer trimestre del año próximo. Esperan que para marzo esté operativo.

Otra cosa es cuando será funcional realmente. La responsable de Aemet en Euskadi indica a DEIA como es posible que “hasta 2021 no podamos beneficiarnos de esta tecnología”. La razón es que el Lidar tiene que pasar un escrupuloso proceso de calibración que solo se puede llevar a cabo en las fechas en que se da el efecto cizalladura de forma habitual, es decir, entre finales de octubre y principios de noviembre. “También se dan algunos episodios en primavera pero principalmente es en otoño. Esperamos que el año próximo podamos recoger suficientes datos para la calibración, si no nos tendríamos que ir a otoño de 2021 y así tener dos temporadas completas, que sería mas completo”, especifica la meteoróloga.

Cantidad ingente de datos El examen del sistema en este periodo previo será lo que permita acumular una cantidad ingente de datos que unido a la información que se aporta desde la torre de control permitirá elaborar un algoritmo o regla matemática, la cual, una vez aplicada, permitirá avisar a los pilotos de que se van a encontrar con ese estado climático adverso a la hora de tomar tierra.

Margarita Martín también adelantó a este periódico que en todo el proceso de calibración y elaboración del algoritmo “vamos a buscar la colaboración de la Escuela de Ingeniería como ya hemos hecho en otros proyectos meteorológicos con ellos”.

De todas formas, el Lidar Doppler 3D no va a ser la panacea. “Las circunstancias en Bilbao son muy difíciles”, indica Martín para la que el escenario perfecto sería la combinación de varios dispositivos que, por ejemplo, utilizan en el aeropuerto de Hong Kong, también afectado por el efecto cizalladura. Desvela que “allí cuentan, además de con el Lidar, con dos perfiladores de viento, que consiguen medir la velocidad del aire hasta una altura de kilómetro y medio en vertical, y un radar meteorológico”.

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