Bilbao - Recorrer Punta Begoña, descubrir el Palacio Artaza o adentrarse en el edificio de La Bolsa tiene muchas dosis de curiosidad innata además de la propia inquietud por conocer la arquitectura de los edificios más emblemáticos de Bizkaia. La jornada de puertas abiertas que ayer y hoy protagonizan los edificios más significativos de Bilbao, Getxo, Barakaldo y el Palacio Artaza invita a soñar y recrear lo que fue otra época y cómo la vivieron sus protagonistas. La iniciativa se celebra por tercera vez en Bizkaia y es ya un clásico en ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia o incluso en Londres.

Con la ayuda de los guías es posible, además de conocer la realidad de lo que pasó en las paredes mudas de los edificios más majestuosos de Bizkaia en otros siglos, imaginarse cómo se vivía, sus costumbres y cómo se divertían. Las visitas duran entre 20 y 25 minutos, un tiempo donde los asistentes dejan volar la imaginación.

Punta Begoña, una de las novedades de esta edición en Getxo, es un ejemplo. Las 20 personas que ayer recorrieron en uno de los turnos sus galerías repintadas ahora con grafiti no se reprimieron a la hora de expresar lo que evoca ese palacio de grandes salones y sus inmejorables vistas. Obra del arquitecto Ricardo Bastida, en respuesta a un encargo de 1918 del magnate industrial Horacio Echevarrieta, a ninguno de los visitantes se les pasó por alto el marco desde el que don Horacio buscaba dominar visualmente las minas de hierro de la margen izquierda de la Ría de Bilbao que eran de su propiedad, la mar por la que salían los barcos de su naviera y todo Neguri, que era su lugar preferido.

Algunos de los visitantes continuaron satisfaciendo su curiosidad por otra joya cercana, el Palacio Artaza. Tampoco aquí fue difícil imaginar lo que durante la Durante la Guerra Civil ocurría entre sus muros, porque Artaza fue utilizado como cuartel por algunos batallones de gudaris. Posteriormente, continuó siendo residencia permanente de los Chávarri y lugar de veraneo de sis descendientes hasta 1979. Durante muchos años, recibió visitas de las personalidades más importantes de la sociedad y la política de la época, que dejaron estampadas sus firmas en el libro del palacio.

Y a otros, la curiosidad les llevó hasta el rascacielos de Bailén que, con una altura superior a los 40 metros y 13 plantas junto a las estaciones de La Concordia y Abando, fue el primer edificio de gran altura en Bilbao. Los curiosos pueden hoy continuar descubriendo los secretos que esconden edificios normalmente cerrados a las visitas.