EL escenario del frontón Galdotxa Arana decorado con hojas como si de la jungla se tratara predijo la temática de muchos de los modelos que desfilaron en el concurso de vestidos de papel de Güeñes. En un fin de semana de manifestaciones contra el cambio climático, varios diseñadores inspiraron sus creaciones en flores, olas del mar y arrecifes de coral o reflejaron con el color rojo y llamas el infierno al que está abocada la humanidad si no se actúa cuanto antes. Los expertos se decantaron por un vestido naranja de Alejandro Salas, de Laukariz, que bebe de las leyendas sobre seres celestiales y hadas en la modalidad de diseño y un colorido homenaje al flamenco desplegado por Cristina García, de Calahorra, en la de corte, confección y trabajo artesanal, ambos en categoría adulta.

Salas, que reside en Zaragoza donde “confecciono vestuario para cine y teatro”, cosechó su tercer triunfo. “Dos meses” ha invertido en dar forma al vestido corto elaborado a base de papel crespón en capas superpuestas que “contiene un armazón de periódico en su interior”. Conquistó al jurado en la categoría de corte, confección y trabajo artesanal el vistoso traje de volantes de Cristina García ormanentado con motivos típicos de los azulejos andaluces. “Lo tiene todo: color, volúmenes, texturas, pasamanería...”, valoró el creador Eder Aurre, que puntuó a los 52 candidatos junto con la diseñadora Edurne Santa María y el presidente de la Asociación de Sastres de Bizkaia, Juan Antonio Andrade. Los tres coincidieron en el altísimo nivel de un certamen donde desfilaron desde estudiantes de moda o prendas de alumnos de tercero y sexto de Primaria.

El Ayuntamiento de Güeñes, Enkartur y Soineko se coordinaron en la logística de un certamen que se ha ganado el calificativo de internacional con la presencia de una aspirante de Londres. Diez voluntarios de la asociación que ha contribuido a la pervivencia del evento a lo largo de 61 ediciones acompañaron a creadores y modelos desde “la recepción en Güeñes a las 15.00 horas, el ensayo ante el jurado, la merienda, en los nervios del backstage...”, enumeró Garbiñe Basterra, miembro de Soineko.

Los conducían hasta la pasarela si hacía falta cuando así lo requería la majestuosidad de los diseños. Así, dos personas desenrollaron la cola con farolillos confeccionados, con la técnica de Origami, de un vestido cosido con la película de Disney Mulan como referente. El arte de transformar el papel en moda buscó puntos de partida a la creatividad en algunos de los tesoros que custodian museos e instituciones culturales europeas. Miniaturas del Libro de Kells, un manuscrito del siglo IX que se conserva en el Trinity College de Dublín, dibujadas a mano en un top palabra de honor, minifalda y tocado a juego, la silueta de la Victoria de Samotracia del Louvre y el naranja de uno de los ganadores que se asemejaba a paisajes de Van Gogh que amenazan tormenta constituyeron algunos ejemplos.

Premios encartados Fueron respaldadas con atronadoras ovaciones las propuestas de diseñadores encartados que, además, lograron una amplia representación en el palmarés. El grupo de mujeres de Karrantza representado por Encarni López, sorprendió presentando dos trajes de hombre. Uno de ellos, un elegante esmoquin galardonado con el segundo premio de corte y confección. El otro un conjunto deportivo que denunció el daño al planeta: chaqueta roja para simbolizar el infierno en que se puede convertir la tierra, pantalón negro como la muerte y camiseta blanca para transmitir esperanza. La zallarra Loli Sánchez se clasificó en segundo lugar en la categoría de diseño, Sara Barrenetxea obtuvo el reconocimiento Roberto Comas de adultos y Mari Lolo Ruiz, en el apartado infantil, donde Mariví Merino se alzó con el primer premio en corte y confección. La niña que defendió la creación que representaba una flor encarna el futuro de un concurso todavía con infinitas puntadas por dar.