UNA de las pesadillas más habituales de cualquier baserritarra es enfrentarse a una plaga de ratas. Abrir la puerta de la cuadra y, sin llegar a verlas, oírlas correr entre la paja o los sacos de pienso. Ahí puede empezar una guerra interminable de trampas y venenos para intentar darles caza o aniquilarlas. Pero acabar con ellas no es ni rápido ni sencillo. Ahora, al menos en Bizkaia y Cantabria, hay una alternativa. Un grupo de amigos de ambos territorios se han aliado para poner sus habilidades y animales al servicio de quien los necesite. Se dedican al ratting, o lo que es lo mismo: cazar ratas con la ayuda de hurones y perros.

Diego Ormaetxea, Egoitz Gondra, Koldo Ugarte y Josu Rodríguez son cuatro de los vizcainos enrolados en este peculiar escuadrón. Acuden a la cita con DEIA acompañados por sus perros Zuri, Timba, Aske, Tea y Perla y cuatro de sus hurones, que llegan acomodados en jaulas portátiles. Es Diego quien empieza a explicar en qué consiste el ratting: “Es una actividad que existe desde que aparecen este tipo de perros en Inglaterra, a finales del siglo XVIII. Se empiezan a criar perros terriers básicamente con el objetivo de utilizarlos para la caza”. Son perros pequeños, “con mucho coraje” y lo primero que vieron en ellos es que “quitaban las ratas de las granjas”. “Los perros estaban seleccionados para matar las ratas de una manera ecológica en la que no intervienen venenos ni ninguna cosa que interfiera en la cadena trófica”, explica Ormaetxea, “con el veneno la rata sale fuera de la madriguera, muere y el milano se lo come. El milano muere, el zorro se come al milano muerto y también se muere. Esto es limpio, ecológico, rápido y muy eficaz. Se trata de controlar las plagas de ratas de una manera limpia y rápida”.

No todos los perros son adecuados para cazar ratas. Egoitz Gondra explica que entre todas las razas que ellos han trabajado con este propósito “las mejores han sido los bodegueros y los jack russell, pero aquí tenemos una mestiza que es súper buena, por ejemplo”. A partir de ahí comienza un trabajo de adiestramiento. “Se trata de fomentar el instinto del animal”, apunta Koldo Ugarte, “es algo que tienen ellos de serie, pero se hace una selección exhaustiva, probando los que mejor van a por las ratas y se va seleccionando”.

Un equipo

“Lo que sí trabajamos desde cachorros es que convivan con el hurón”, relata Egoitz mientras acaricia uno de los hurones que ha sacado de la jaula, “es un trabajo de adiestramiento que tenemos que hacer con todos los perros, porque su instinto es matar todo lo que se mueve”. “El 100% de los perros que tenemos en nuestro grupo, que son una veintena, respetan al hurón”, presume, “eso es importantísimo, porque así el dueño tiene la confianza de que el perro no va a matar al hurón. Cuando metes al hurón en un agujero puede salir muy cerca de ti o a veinte metros, y para nosotros es muy importante que, cuando aparezca, el perro no le haga nada”.

Los hurones también han de ser preparados para el ratting. “No todos valen”, dice Diego Ormaetxea, “algunos tienen miedo a las ratas y no las atacan o no son capaces de sacarlas de los agujeros. Ahí también hay que hacer una selección, porque no todos sirven para este cometido”. Su compañero Koldo Ugarte destaca la necesidad de la compenetración entre la jauría y los hurones en la cacería: “Se tienen que asociar. El perro tiene que aprender que el hurón es el que le va a sacar la rata para que él la mate. Son un equipo”. Los hurones son animales pequeños, pero de mucho carácter y coraje. Algunos incluso son capaces de plantarle cara al perro y atacarlo. “En ese momento el perro tiene que saber que en lugar de defenderse y matarlo tiene que ignorarlo”, confirma Egoitz.

Que perros como Zuri, Timba o Perla coincidan cada semana en diferentes actuaciones contra las plagas se traduce en que, poco a poco, han conseguido compenetrarse y complementarse. “Es increíble cómo trabajan en equipo”, afirma Ormaetxea, “nuestros perros más o menos se han criado juntos, se ven todos los fines de semana y es una gozada. Se nota que se coordinan”. Sus propios dueños observan y aprenden las conductas de los canes. “Tú también vas conociendo a cada perro. Por cada gruñido o cada gesto sabes si hay rata o no, si lo que ha salido es un hurón...”, confirma Egoitz.

Ayuda gratuita

Este grupo de amigos está deseando recibir la llamada de más personas en apuros. Se desplazan a cualquier localidad de Bizkaia o Cantabria, “cada fin de semana a una de las provincias”, en la que algún propietario desesperado reclame su ayuda. Entre los principales demandantes, en Bizkaia destacan los caseríos y en Cantabria los pabellones industriales o instalaciones con ganado. “Nos llaman, sobre todo, de sitios con ganado o gallinas”, apunta Egoitz Gondra, “las gallinas atraen muchísimo a las ratas”.

“Funciona mucho el boca a boca”, reconoce Diego, “tú vas a un baserri que tiene un problemón de ratas en la cuadra. Llegas, abres la puerta y alucinas. Cuando terminas, al de unas horas, el dueño ve que has matado sesenta, cien o doscientas ratas y no se lo cree. Se lleva las manos a la cabeza. Y entonces se lo cuenta al vecino, que también tiene ganado, o una fábrica de piensos?”.

Y lo hacen sin pedir nada de dinero a cambio. “Nos gusta mucho hacer esto y queremos ir a más sitios”, confirma Egoitz, “lo hacemos gratis, no cobramos nada”. Ahora quieren darse a conocer para seguir sacando partido de las habilidades de sus perros y hurones y trabajan en la creación de una asociación. Creen que así se les abrirán más puertas, “más que nada para ser accesibles a los ayuntamientos”.

Hasta el momento han contactado con ellos varios ayuntamientos que están interesados en echar mano de sus servicios para luchar contra plagas de ratas, pero estos cazadores saben que si a su colectivo le diesen una identidad legal ese tipo de oportunidades se multiplicarían. “Si hacemos una asociación será sin ánimo lucro”, asegura Ormaetxea, “no cobraremos nada y si aceptamos donativos será porque nos vale para pagar los desplazamientos o comprar perros”.

desconocimiento Novecientos euros es lo que estos vizcainos acaban de pagar por un perro experto en cazar ratas. Y lo han traído desde Alemania. “Es un perro buenísimo, seleccionado”, explican. ¿Y por qué han tenido que ir tan lejos para hacer un fichaje estrella? “Porque en ese aspecto en España está todo perdido”, responde Egoitz, “aquí solo se fijan en la belleza de los perros y nadie valora un perro funcional, de trabajo. En casa de mi aitite, por ejemplo, había ratoneros, más feos que la hostia, pero funcionaban. Mataban las ratas. Ahora no hay nada de eso. Se ha perdido. En Alemania o Inglaterra todavía mantienen perros con instintos”.

Esa pérdida conlleva también un desconocimiento sobre el ratting. No escasean sus detractores. “Hay quien critica esto porque no lo conoce”, defiende Diego Ormaetxea, “oyen lo de cazar ratas y les suena mal. Varias veces nos han acompañado veterinarios y han alucinado. ¡No hay nada como esto!, nos dijo uno. Porque la rata muere, literalmente, en un segundo. El perro la caza, sacude la cabeza y muere. Con el veneno la rata está días sangrando por dentro. Aquí la rata no sufre, no hay veneno... Es limpio”.