Carlos Zárate

Maruri-Jatabe - Para algunas personas, la jubilación supone un cambio traumático en sus vidas. La rutina diaria deja paso a un vacío que es difícil de llenar. Algo parecido le sucedió a Pepi Menocal, vecina de Maruri-Jatabe, que el próximo mes cumplirá 80 años. Acostumbrada al ajetreo diario de la ciudad y de su negocio de lámparas Gordejuela en Santutxu, en 2009 se trasladó a vivir a la casa que había comprado cuatro décadas atrás en la localidad jatabetarra, todo un remanso de paz muy alejado del bullicioso Bilbao. “Los dos primeros años los pasé mal porque no me adaptaba a la vida sin trabajar”, rememora. Entonces, descubrió que a través de la pintura podía disfrutar de esta nueva etapa de su vida. “Me apunté a una academia en Mungia y empecé a pintar”, prosigue. En los últimos cinco años ha creado numerosas obras y ha realizado algunas exposiciones. La última de ellas se encuentra actualmente en el restaurante Edulis de Maruri-Jatabe. Allí expone catorce obras relacionadas con su entorno. “Me gusta pintar los paisajes que veo desde mi casa”, relata. Sobre todos ellos destaca uno por su singularidad. Se trata de un collage del Casco Viejo de Bilbao. “Lo pinté a través de mis recuerdos de lo que era más representativo en mi juventud en las Siete Calles”, explica.

Sin duda, su memoria es un prodigio y uno de los elementos más inspiradores de esta mujer polifacética. Y es que a su afición por la pintura se le une su faceta como escritora, concretamente del relato de sus memorias de la infancia. “Tengo cinco hijos y once nietos. Cada uno me pregunta una cosa y se me ocurrió escribir en un libro todos mis recuerdos para que lo pudiesen leer y tener siempre a mano”, desvela. Así es como surgió Memorias de una niña que perdió la guerra pero no lo sabía. Primeros recuerdos (1942-1949). Lleva más de 200 ejemplares vendidos. “En Catalunya se vende muy bien, supongo que será porque trata todo el tema de la República”, indica. El relato abarca su más tierna juventud y está cargado de dolor y drama en un contexto histórico, el de la postguerra, muy complicado, sobre todo, porque sus padres fueron encarcelados por haber luchado en el bando republicano. “A mis padres los llevaron presos a la cárcel de Larrinaga y mi abuela tuvo que venir desde Santander a hacerse cargo de mí”, relata. “Íbamos todos los días a llevarles la comida en una caja de hojalata. Se la entregabas al guardia y te devolvía la del día anterior. Cuando no te la devolvía era que habían fusilado al preso”, describe.

ENVEJECIMIENTO ACTIVO Si algo ha tenido claro siempre Pepi es que las personas mayores necesitan desarrollar sus habilidades y emprender nuevos proyectos. Para eso, es un gran ejemplo. “El envejecimiento activo es muy importante”, subraya. Por este motivo colabora con la asociación de jubilados de Maruri-Jatabe, Jatabemendi, de la que es vicepresidenta. “Hacemos siete excursiones al año y una de ellas es a las fiestas de Bilbao”, destaca. Además, cuentan con una liturgia casi sagrada todos los martes: bingo y chocolatada. “También impartimos charlas educativas y el Ayuntamiento ofrece cursos de gimnasia para mayores”, expone. Además, cuenta con un espléndido txoko en casa donde hace de anfitriona para sus amigos los fines de semana. “Nos reunimos todos los sábado a comer”, apunta. Como bien dice el refrán: “el paso de los años es inevitable, envejecer es opcional...” y para Pepi, la vida tras la jubilación no se ha detenido, sino que sigue avanzando.