markina-Xemein - Transformar la madera para convertirla en mueblería tradicional ha sido una constante en la familia Arriaga. Más concretamente, desde su taller de la calle Ostekokale de Markina-Xemein. Pasó de abuelo a padre, y de padre a hijos. Y José Pablo y Henrike Arriaga, continuadores de la saga, se afanaron en esta labor artesanal desde pequeños. La fast furniture -mueblería rápida-, sin embargo, ha terminado por orillar una labor presente desde siempre en Euskal Herria y de la que ambos son de los últimos exponentes. No obstante, José Pablo siempre ha aunado vanguardia y tradición, arte y artesanía, en su trayectoria. Es lo que se puede comprobar en la exposición Hutsean-Al vacío que ha abierto recientemente en el taller familiar y que “cierra 85 años de historia”.
José Pablo Arriaga se afanará en otras labores a partir de ahora. Enfrascado estos días en una escultura de grandes dimensiones que pronto ubicará en Zalla, no dejará de lado la mueblería más vanguardista que elabora con sus propias manos, aunque sí de hacer talla en madera, como kutxas -arcones de madera tradicionales-, “como las que hemos hecho desde siempre en la familia”. Y la muestra que ha abierto es una denuncia al fin de la actividad. “Mi hermano Henrike, que siempre se ha mantenido fiel a lo tradicional, se ha visto forzado a dejar este trabajo para empezar otro. Esa situación me hizo reflexionar y, tras muchas vueltas, crear las piezas que forman la exposición. La exposición es, en sí, como un cierre de la época que estamos viviendo”, señala. Así es. Obras de madera recubiertas en plástico de colores, apretadas hasta llegar a ahogar la pieza en el vacío y un conjunto de tallas que sirven para recoger residuos forman parte de la muestra. “De alguna forma, los Arriaga damos paso así a la época del plástico”, sentencia el artista.
Arriaga confiesa que “no le ha sido fácil” adoptar la decisión de dejar de lado la talla tradicional -no hará más, ni siquiera de encargo, señala-. “No es cuestión de echar la culpa a nadie; sino de expresar de que estamos en un nuevo tiempo en el que los trabajos tradicionales han perdido su valor.”. Y eso motivará que, a pesar de no dejar de tener a la madera como su material fetiche, el markinarra buscará otros retos profesionales. “La madera seguirá estando presente, desde luego”, ahonda, “ya que además de diseñar mis obras me encanta trabajar en el taller”.
Markinarra nacido en 1969 en una familia de artesanos, Arriaga no se ciñó a hacer lo de siempre aunque siendo apenas un crío empezó a tallar sobre madera. Pulió su técnica en Bilbao, estudió en el Edimburgh College of Art de Escocia, una estancia que “despertó mi vena más artística”, o trabajó varios años en Barcelona ante de volver a asentarse en su localidad natal. Un viaje a África, en el que vivió aventuras al límite, también cambió su forma de ver el mundo. De ese periplo, por ejemplo, surgió una muestra que realizó en la isla de Garraitz en Lekeitio. Aún así, reconoce seguir enfrascado en la creación, de la que le interesa “suscitar preguntas al espectador. Plantearle una obra e incitar a la reflexión”. Y aún abriendo una nueva etapa en la que dejará de lado la modalidad más tradicional, a buen seguro que José Pablo Arriaga seguirá sorprendiendo con sus esculturas y muebles llenos de movimiento.