Síguenos en redes sociales:

Ellas al matrimonio y ellos a un empleo

Visitas al colegio Irlandesas zalla y el de biañez descubren cómo estudiaban las mujeres

Ellas al matrimonio y ellos a un empleo

UN poco de música, urbanidad y costura para lograr una buena boda y complacer a sus maridos. Ellos, oficios para encaminar su futuro laboral. De hecho, en algunos casos prácticamente salían de las aulas con un trabajo debajo del brazo. Las Jornadas Europeas del Patrimonio, centradas en el papel de la mujer, han reabierto los planes de estudios del siglo XX con dos ejemplos de centros de Enkarterri que se concibieron como femeninos: las escuelas de Biañez de Karrantza y el colegio de Las Madres Irlandesas, de Zalla.

En un principio, la congregación fundada por la religiosa Mary Ward buscó emplazamiento cerca de Bilbao y más tarde negociaron la adquisición del palacio de Las Brujas de Güeñes, pero desistieron al no llegar las conversaciones a buen puerto. En una excursión por Enkarterri se prendaron de Zalla, donde varias monjas empezaron a dar clase a cinco alumnas en 1900 cerca de la zona que hoy alberga el ayuntamiento. Los vecinos agradecían la enseñanza gratuita obsequiando a las religiosas con productos de la huerta. Viendo la buena acogida, se decidieron a construir su propio edificio. De inspiración victoriana en la fachada, fue inaugurado en 1904 “en presencia de un obispo australiano”, según apuntó a los asistentes al recorrido guiado Reyes Esteban, primero alumna y ahora profesora del centro, actualmente gestionado por los Maristas.

Entre las personas que se inscribieron se encontraba Pilar Lafuente, sobrina de una estudiante del colegio hermano de Castilleja de la Cuesta, Sevilla, antes de que la enviaran a Zalla por el prestigio que precedía al centro encartado. “Vivo en Bilbao y me apunté enseguida porque me hace ilusión ver el lugar donde mi tía pasó su juventud”, señaló.

Visita Imperial Las alumnas estudiaban en régimen de internado. “Hijas de embajadores, nobles, del político Maura...”, repasó el investigador de Zalla Iñaki Quevedo. Incluso la última emperatriz de Austria, Zita, residió una temporada en Las Irlandesas en los años veinte. Exiliada en Lekeitio tras la abolición de la monarquía que siguió a la Primera Guerra Mundial, le recomendaron respirar aire puro por cuestiones de salud y desembarcó en Zalla con sus hijos. Lo atestigua una fotografía expuesta en el centro.

Las estudiantes aprendían “un poco de inglés, un poco de música, costura y urbanidad”, resumió Reyes Esteban. “Resulta curioso cómo los Maristas llegaron en 1906, casi al mismo tiempo ofertando una enseñanza menos elitista y más orientada a la formación profesional. Los chavales salían encaminados hacia la Papelera de Aranguren”, relató Antonio Plaza, profesor de Zalla que ha indagado en la educación en el municipio entre 1900 y 2018. Entre tanto, las monjas abrieron justo enfrente otra escuela para alumnas sin tantos recursos.

Durante la Guerra Civil el colegio “se reconvirtió en hospital de sangre y se cuenta que exhibía una bandera de Irlanda en el tejado para que no lo bombardearan”, expuso Iñaki Quevedo. Con el Concilio Vaticano II y los aires de cambios sociales, el centro fue evolucionando. Por ejemplo, se permitió que se matricularan chicos. Pero, a la par que disminuían las vocaciones religiosas, la viabilidad económica del colegio se vio comprometida. Finalmente, los hermanos Maristas adquirieron primero un edificio más pequeño del recinto y luego el principal “en torno a 1991-1992”, recordó Reyes Esteban. Hoy asisten a clase 600 alumnos “desde la guardería hasta 4º de ESO y FP”.

Indianos en Karrantza La enseñanza en Karrantza está ligada a los indianos que persiguieron su fortuna al otro lado del océano. “Promovieron escuelas de primeras letras, costeando en ocasiones edificios, gastos de sueldos de maestros y uniformes”, precisaron desde la oficina de turismo del valle. Romualdo Chávarri acondicionó aulas en los laterales de la iglesia nueva de Biañez. Su primo, Pedro Santisteban, compró una casona cercana que heredó su hija, Polonia. Ella donó el inmueble a Las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, que instalaron una escuela hogar femenina. “Las niñas que carecían de medios para estudiar en el barrio de Concha asistían a este centro, donde se quedaban a dormir y así podían continuar con sus estudios”, añadieron. Otro colegio acondicionado en el balneario reprodujo el mismo modelo, pero para los chicos. El transporte era una cuestión relevante en un valle tan extenso cuando el coche se consideraba un artículo de lujo para las familias. Sin servicio de autobús público, podía truncar la formación de los estudiantes.

En la etapa final, desde los años setenta, las alumnas “solo iban a Biañez a dormir, y ya estudiaban en Concha”. Después, entre 1991 y 1998 el inmueble acogió emigrantes, procedentes principalmente de Angola.