Un nuevo sistema con láser alertará del riesgo de aterrizar con fuerte viento sur
Conocido como cizalladura, este efecto zarandea los aviones cerca de la pista y provoca operaciones frustradas
Bilbao - El aeropuerto de Bilbao contará próximamente con una nueva tecnología, el sistema Lidar Doppler 3D, que los fuertes vientos que provocan las espectaculares imágenes de los aviones cuando intentan aterrizar con bruscos movimientos, lo que permitirá informar con anterioridad a los pilotos. El denominado efecto cizalladura que produce el aire procedente del sur a más de setenta kilómetros por hora en la particular orografía del valle donde se encuentra La Paloma es la primera causa de operaciones frustradas en Loiu.
Todas las partes implicadas quieren reducir esta tasa, además de aliviar los sustos que se llevan los pasajeros de las aeronaves zarandeadas por las corrientes que se producen a pie de pista. El último caso se produjo el pasado día 29 de noviembre cuando un avión de Vueling procedente de Sevilla que tenía previsto aterrizar a las 10.30 horas tuvo que desviarse a Barcelona por las fuertes rachas de viento sur presentes.
La iniciativa para minimizar estas cifras está pilotada por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) que ha contado con todos los agentes aeronáuticos implicados. “Sin los pilotos y la colaboración de las aerolíneas no se podría llevar a cabo este proyecto”, aseguró a DEIA María Rosa Pons, jefa de la unidad de Estudios y Desarrollos de Aemet en Cantabria, y responsable del estudio que propiciará el nuevo dispositivo.
Según los datos recogidos en el informe, el pasado año se contabilizaron 115 operaciones frustradas, de las que el 77% fueron causadas por fenómenos meteorológicos en general. De esta cantidad, los vientos de cizalladura provocaron 25 aterrizajes frustrados que se elevaron a 36 si se suman las turbulencias que también se generan en las maniobras de aproximación.
La cizalladura no es un fenómeno nuevo. Como todo aeropuerto, Bilbao cuenta con una red de anemómetros, dispositivos que miden la velocidad y orientación del viento y que son calibrados mensualmente. Pero el aeropuerto de Loiu, dada su peculiaridad, necesitaba otro sistema de detección de vientos del sur en niveles bajos denominado LLWAS, activado desde 2008. Compuesto por una red de otros diez anemómetros de superficie situados alrededor de la pista miden la convergencia y divergencia horizontal del viento y proporcionan alarmas de cizalladura.
Sin embargo, su funcionamiento no era todo lo correcto que debiera ya que generaba falsas alertas que saltaban a la torre de control, la cual avisaba a los pilotos y luego comprobaban que no había riesgo. Este escenario llevó a Aemet hace dos años y medio a iniciar un estudio en profundidad de estos fallos. Todas estas acciones se efectuaron entre octubre de 2016 y mayo de 2017, época del año en que se producen la mayoría de cizalladuras y turbulencias.
Los pilotos de Vueling y Lufthansa se implicaron a fondo en la iniciativa junto con aportes de otras veinte aerolíneas y se recogieron datos de 133 vuelos facilitando todo tipo de registros incluidos los aterrizajes frustrados. “A pesar de que se revisó el sistema y se consiguieron solucionar muchos errores, aún el nivel de falsas alarmas era considerable” reconocía la experta meteoróloga. A ello se unía el hecho de que el sistema LLWAS no está diseñado para detectar la cizalladura en vertical, la más habitual en las pistas de Loiu, según desvelaron los datos recogidos en la campaña. Si a eso se añade la antigüedad de los dispositivos, se decidió apostar por un sistema mejor, el mencionado Lidar Doppler 3D, que tiene láseres infrarrojos como elemento principal.
María Rosa Pons pone un símil para explicarlo. “Es como un radar de tráfico que emite un haz de luz, rebota en el coche y vuelve indicando a la velocidad a la que circula. Nosotros hacemos lo mismo pero en la atmósfera y siguiendo partículas en el aire que son invisibles para nosotros. El láser devuelve la información con una frecuencia distinta y al medirla sabemos la velocidad de la partícula y del viento que la transporta”, explica la meteoróloga.
Y todo ello en tres dimensiones. “Hasta ahora solo se media la velocidad justo encima de las pistas, la nueva tecnología permite rotar los sensores y apuntar en cualquier dirección, haciendo barridos en toda la zona, verticales, horizontales, combinados y sobre todo en la senda de planeo, la que usan los aviones en sus aproximaciones”, detalla la especialista. La única condición en la que el Lidar no vale es con lluvia, ya que la humedad atenúa mucho la señal, “pero eso no va a ser problema en Bilbao porque casi todos los casos en que hay cizalladura se produce en días secos precisamente por la presencia de viento sur”, apostilla.
En estos momentos Aemet elabora el expediente para sacar a concurso la compra e instalación del Lidar, algo que, según calcula la responsable del proceso “podría concretarse en el plazo de un año”. Después quedaría un trámite más, llevar a cabo un proceso de pruebas para su calibración tras lo cual ya estaría operativo. Pons concluye diciendo que “la cizalladura no se puede eliminar, lo que vamos a conseguir es detectarla mejor y en función de eso que no tenga tanta incidencia en la operaciones aéreas”.