LOS kilómetros que acumula Ana Zamorano darían para varios Tour de Francia. “Chile, Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador”, repasa la cooperante y profesora de yoga de Sodupe, tan solo en el último año. Le resta Colombia para cruzar la línea de meta de la aventura en dos ruedas por América del Sur que le ha cambiado la vida. Ha rodado varios documentales, prepara un calendario con trece de las espectaculares fotografías que está tomando en su travesía y lidera un proyecto solidario apoyado por una multinacional para el que ha recaudado 1.200 euros. Lo materializará en la última etapa de su periplo por el continente americano. Porque ya vislumbra más caminos en el horizonte: “Irán, Israel, Pakistán, Jordania, Georgia...” están en su lista de futuros destinos.

En diciembre de 2017 preparaba con su amiga Estíbaliz Gorbea la mochila para adentrarse en América del Sur. A los 25 años, Ana se armó de valor para romper con todo, abandonando un puesto fijo en el departamento de marketing digital de una empresa internacional. Meses después prosiguió por su cuenta. ¿Se siente insegura? “Ser mujer implica estar alerta las 24 horas del día. Si le sumas el moverte por países donde el machismo está muy arraigado, no solo hay que moverse con dos ojos sino con 200”, responde desde Ecuador, donde ha conducido la bicicleta a los más de 4.000 metros de altitud del campo base del monte Chimborazo. La experiencia le compensa por la amabilidad de la gente. Los lugareños “intentan protegerme, me dicen que no vaya aquí o allí ? y que necesito un hombre que me acompañe”. “Aunque me duela, he de decir que cuando he pedaleado con otro ciclo viajero suizo me he relajado más”, admite, sobre una realidad que “me entristece y enfada”.

Con todo, no se arrepiente de haberse embarcado en esta iniciativa. En la carretera, albergues y hostales ha conocido “personas increíbles”. Los habitantes de las poblaciones que atraviesa le abren desinteresadamente sus casas, iglesias y hasta parques de bomberos. Incluso los policías “se acercan a preguntarme si todo va bien”. “El mundo se ha convertido en mi vecindario, el cielo y las estrellas mi techo y, el paisaje de mi ventana un fondo de pantalla que cambia día a día y, encima, es real”, reflexiona. Viaja “más lenta que nunca, subida en una bicicleta pesada pero cargada con lo básico, y un poquito más”, suficiente para ella.

Si algo cargará gustosa en la mochila cuando retorne a Sodupe son innumerables anécdotas. En una población de Perú procedente de Bolivia se encontraron con que el alcalde estaba dando un discurso en la plaza mientras los vecinos, luciendo vestuario típico, no perdían detalle. Tras sellar su pasaporte, la ciclista encartada se disponía a volver a la carretera cuando “a un amigo se le rompió la parrilla trasera de la bicicleta” y se vieron obligados a dar la vuelta. Para entonces, “la ciudadanía festejaba la compra de un camión para la comunidad”. Tan contentos que “nos invitaron a compartir unas cervezas con ellos y a dormir en una de las salas del ayuntamiento”.

Proyecto solidario Enganchada a “la sensación de sentirme pequeña frente a tan basta naturaleza”, ha integrado el componente solidario en la expedición. Hace cinco años, cuando ella contaba 20, reunió desde Güeñes los 500 euros que costaban adquirir dos vacas que ayudarán a la labrar la tierra a la población de Jirong, en Gambia, después de haberse enrolado ella misma en un proyecto de cooperación en el país. No solo eso, la cifra final ascendió a 1.500 euros, que permitieron también arreglar un tractor, instalar un sistema de regadío en el campo, proporcionar estudios a los escolares de un colegio cercano y abastecer a la comunidad de alimentos y medicina. Reeditó experiencia en Uganda. A Ana Zamorano le gusta llamarlo “el proyecto de todos” por la implicación que demuestran los habitantes de Güeñes con sus donaciones en las huchas repartidas por los bares del municipio y a través de Paypal. Para el siguiente reto de Dos señoras vacas ya se han reunido 1.200 euros. Pronto desvelará más detalles al respecto, pero sí adelanta que se desarrollará en Colombia” y que una multinacional se ha ofrecido a colaborar.

De cara a fin de año ha compilado en un calendario trece imágenes -de enero de 2019 a enero de 2020-. Ya están a la venta por diez euros para entregar en mano, 13 euros en el caso de los envíos a otros puntos del Estado y 15 desde el extranjero. A principios de cada mes narrará en sus redes sociales las historias de sus protagonistas, y es posible que algunos aparezcan en los documentales que está grabando durante la travesía cámara en mano. E, incluso, uno de ellos “ha sido seleccionado para un festival de cine de montaña de Chile”.