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Cien años con flores del caserío

La abuela de Idoia Elgezabal inició el negocio de las flores, tras plantar crisantemos en Zamudio

Cien años con flores del caserío

Fue su abuela la que hace cien años plantó en un terreno de Zamudio, cerca del caserío familiar Etxebarri, los primeros crisantemos de colores. Una flor de otoño que Idoia Elgezabal y sus hermanos -la tercera generación- continúan plantando y con la que realizan a mano y con mucho mimo los centros, ramos y coronas que lucen en nichos y panteones en Todos los Santos. A las 7.00 de la mañana, aún de noche, estos artistas de las flores descargaron los cuarenta ramos, los cerca de treinta centros y las coronas que habían realizado por encargo. “Este año ha sido flojo. No sabemos cuántos centros o ramos vamos a poder hacer. Dependemos de lo que nos da la tierra”, destacó Idoia.

Detrás de su abuela, llegó su madre, Ana Mari Folla, la que tomó las riendas de este pequeño negocio familiar, que tiene mucho de pasión. “Tiene mucho trabajo. Somos el único puesto que tiene flores cultivadas en el caserío y cuyos centros las hacemos nosotros”, dice Idoia con orgullo. Cien años de experiencia avalan su trabajo y lo que les ha permitido conocer y ser conocidos en Derio donde instalan su puesto. Aunque a primera hora las ventas fueron despacio, pasadas las 13.00 horas en el puesto de la familia Elgezabal quedaban muy pocas flores. “Estamos contentos. Son muchos años y la gente ya nos conoce y viene directamente a por nuestras flores porque les gusta mucho”, comentó.

Pese a que se siguen vendiendo flores con motivo de la festividad de Todos los Santos, en opinión de Marisa, de Floristería Ramiro Becedas, el aumento de las cremaciones ha hecho mucho daño a la venta de las flores. “Es inevitable. Los difuntos ya no se entierran en nichos ni en panteones y las flores han ido perdiendo protagonismo”, aseguró Marisa, una de las empleadas.

Sin embargo, hay quien todos los años destina un dinero para comprar un centro de rosas de colores para llevarlo al camposanto. Luisa y José Manuel, de Bilbao, visitaron ayer por la mañana a su tía María y le llevaron un centro con 24 rosas de colores. “Tenía una pequeña casa de veraneo en Alicante y cultivaba rosas en su jardín. Siempre nos decía: El día que fallezca adornarme de rosas”.