Proceden de distintos puntos del planeta pero hay algo que les une estos días: la pasión e inquietud por el euskera. Y es que Zornotzako Barnetegia acoge esta primera quincena de julio a seis alumnos llegados desde Estados Unidos, Francia, Italia, Catalunya y Palencia con el mismo propósito de adquirir nociones básicas del idioma y de paso acercarse a la cultura vasca.

Las pretensiones laborales, el hecho de haber venido a vivir aquí o la necesidad de seguir formándose son algunos de los motivos por los que Adeline Magnon (Francia), Matteo Fiorini (Venecia), Alicia Brown (California), Jennifer Zhang (Ohio), Maria Fuentes (Barcelona) y Belén Ramos (Palencia) han decidido tomar parte durante dos semanas en los intensivos de verano del barnetegi. “Es emocionante darles clase y ver cómo el sentimiento y aprecio que muestran hacia el euskera es mayor que el de muchas personas que viven aquí”, explica sorprendida y alagada Eider Arteach, profesora del centro zornotzarra desde hace nueve años.

Con un nivel mínimo del idioma, los seis alumnos iniciaron las clases el pasado lunes. Desde entonces palabras como egun on, agur, oso ondo, parkatu, pixka bat, poliki poliki, logelak, ikasleak, irakasleak o hiztegia comienzan a estar muy presentes en su día a día. En el caso de Adeline Magnon su oído está bastante más familiarizado que el del resto de sus compañeros al euskera ya que desde hace diez meses vive en Arrasate. A pesar de ser profesora y el francés su herramienta de trabajo, valora como imprescindible el adquirir conocimientos de euskera para poder desenvolverse mejor con sus alumnos y sobre todo para sentirse más integrada en el municipio guipuzcoano. “En Arrasate se habla mucho euskera y quiero hablarlo con ellos porque me encanta”, reconoce entre risas, añadiendo que “además en un futuro quiero opositar por lo que necesitaré el EGA”.

Las dos estadounidenses, Alicia Brown y Jennifer Zhang, estudian Lingüística en la misma universidad y ambas han podido acudir a Amorebieta gracias a una beca del Instituto Etxepare. “Yo supe de Euskal Herria por medio de la música. Un amigo me regalo un disco de Eskalariak y a partir de ahí empecé a interesarme por el idioma, la historia y la cultura”, apuntó Alicia que en San Francisco acudía a la Euskal Etxea a aprender euskera. Y es que a sus 31 años, “respeto mucho la lucha por defender las tradiciones. Me fascinó cómo durante el franquismo había clases clandestinas para que el euskera no muriera. Es fascinante cómo una comunidad puede defender algo tan suyo y conectado a su sentimiento de la identidad”, añade orgullosa.

Su compatriota, Jennifer Zhang, vecina de Columbus y de padres chinos, lleva unos años realizando estudios de trilinguismo y también quiso profundizar en el euskera. “Me interesa estudiar a las sociedades plurilingües donde la gente se identifica con el idioma y aquí el sentimiento es muy especial”.

El italiano Matteo Fiorini también estudia Lingüística y tuvo la oportunidad de realizar un curso de euskera en Venecia. Satisfecho con la experiencia, quiso adentrarse más en el idioma y gracias también a una beca del Instituto Etxepare ha podido acudir esta quincena a continuar su formación. “Es un idioma súper interesante, complicado pero que tiene su lógica”, asegura el italiano de 27 años, quien añade que “mi trabajo del máster será sobre el euskera”

Becada también está la catalana María Fuentes. Estudiando Traducción en Barcelona, fue durante su experiencia de Erasmus en Inglaterra cuando estudió euskera y desde allí su profesor le habló de la opción que el Instituto Etxepare ofrecía de acudir al barnetegi de Amorebieta para seguir formándose. “He querido venir aquí para aprender más de la lengua. Como catalana tengo sentimiento hacia un idioma propio y no quería perderme esta oportunidad”, reconoce la joven de 20 años.

En el caso de la palentina Belén Ramos fue la necesidad de buscar nuevas oportunidades y cambiar de aires lo que le llevó a Amorebieta. “Vivía en Salamanca, me quedé sin trabajo y mi mejor amigo que vive aquí me animó a venirme insistiéndome en que era importante que hablara euskera, Decidí apuntarme al barnetegi porque mi intención es quedarme y quiero hablar lo mejor posible”, asegura optimista y con ganas de seguir formándose a sus 41 años.

Los alumnos corroboraron la complejidad del mismo. “De los idiomas que he intentado estudiar el más difícil fue el chino y después el euskera. Es un idioma complicado pero a medida que lo vas estudiando te das cuenta de que tiene su lógica”, reconoce María. Esta misma opinión comparte la estadounidense Jennifer que habla ingles, español, italiano, catalán y entiende el chino mandarín. “Me encantan los idiomas y el proceso de aprenderlos; en el caso del euskera, los sufijos me cuestan mucho”.

lengua propia Asegurando de manera graciosa “I can speak a little gutxi basque”, Mateo Fiorini, profesor de inglés, reconoce que el euskera es el idioma más complicado que ha estudiado y “es frustrante el no poder interactuar con la gente”, apunta el italiano. En lo que a la importancia del euskera se refiere, los alumnos determinan como clave el papel de los padres a la hora de transmitirlo a sus hijos. Concientes de que hay muchas personas que hacen uso del euskera, también critican la postura de muchos que a su entender “no valoran esta oportunidad”. “Si en Palencia tuviéramos un idioma propio yo lo hablaría. Tenéis el privilegio de tenerlo y me da la impresión de que hay gente que no lo valora”, puntualizó Belén, quien, al igual que sus compañeros, destacó como “aquí se cuidan mucho las tradiciones y eso es precioso”.

El barnetegi de Amorebieta ofrece la oportunidad de vivir en euskara las 24 horas al día: desayunar, comer y cenar; recibir clases y también vivir el tiempo libre en euskara con jornadas de bertsolaritza, euskal dantzak o realizando excursiones. “A medida que pasan los días vas cogiendo confianza y cada vez te sientes mejor en este ambiente euskaldun”, reconoce el grupo.

Con ganas de aprovechar al máximo cada día que les resta, los alumnos valoran muy positivamente una experiencia que volverían a repetir sin dudarlo. Con la ilusión mostrada seguro que lo hacen defendiéndose ya en euskera.