Getxo - “Mi mundo, el de la música, es para compartir, lo que me llena es que las personas puedan ser felices con ella”. Así empieza esta partitura, que no es otra sino la que dirige Juanlu Díaz-Emparanza. Este getxotarra es la actual batuta del coro Biotz Alai, del de siempre, el que suena en Algorta desde hace más de medio siglo, y también de su versión txiki, de la agrupación infantil que nació hace apenas un año y que ya tiene 70 voces -Ane Legarreta es la otra directora de este coro-.
Pero los pentagramas de Juanlu también trazan líneas en otros escenarios: en las colonias musicales pedagógicas del municipio que él mismo impulsó junto a una amiga, Ane Saribiarte, por ejemplo. Así que los 27 años de este joven se mueven al compás de la música, su vida, su camino. Está estudiando, además, el último curso de Musikene, el centro superior de música del País Vasco. “El examen final consiste en dirigir al Orfeón Donostiarra en junio. Sí que entran un poco de nervios, sí...”, admite. Por todo ello, “la primera mitad de la semana estoy en San Sebastián y de jueves a domingo, aquí”. Un trepidante ritmo, porque encima, en Gipuzkoa, Juanlu también dirige a la agrupación lírica Itsaso. Su metrónomo no da abasto. “Hay que hacer unos malabares continuos...”, sonríe.
Los ensayos con el Biotz Alai adulto son dos veces a la semana y una en el caso del infantil, que recientemente ha sido dividido entre niños de 6 a 10 años y, por otra parte, de 10 a 16 años. “Los dos coros son fáciles de dirigir, pero es distinto, claro. En el infantil, tienes que tener mucha energía, tienes que tenerles activos, porque si no, se dispersan... Cuando yo me enfrento a ensayo de los txikis o un concierto, mi intención es tener más energía que ellos ya en el segundo cero, así ellos se acoplan a ti; si vas pasivo, ya estás perdido. Con los adultos es otra filosofía, interviene más la psicología, que a mí me gusta mucho esta idea, porque cantar no es solo coger y cantar; hay muchas influencias: si has tenido un mal día, estás enfadado, si te han contratado para algo... Eso se nota al cantar, porque la voz es muy desnuda. Así que el director de coro adulto tiene que ser un poco líder, amigo, psicólogo, coach...”, considera Juanlu, que desde 2016 es el compás de los hombres del Biotz Alai, en el que cantaba su padre y con el que guardaba relación su abuelo, el organista de la iglesia. Así, las notas musicales han mecido a Juanlu, que sabe tocar el piano, que estudió en el conservatorio de Leioa y que fue parte de Kantika Korala. “Todo eso me ha ayudado mucho, es algo de lo que me he dado cuenta después, con el paso del tiempo, pero es que yo he viajado con Kantika a México, Islandia... De chaval, en ese momento, no te das cuenta de lo que supone. Y, sobre todo, la música te da una disciplina, una manera de enfocar las cosas del día a día distinta, te ayuda a estructurarte mejor”, sostiene el joven getxotarra.
Las colonias Con todo ello, no es de extrañar que el día a día de Juanlu sea polifónico. Y es que también está al frente de unas colonias musicales que comparten escenario con la pedagogía. “Surgieron hace menos de un año y la idea llegó tomando un café y hablando de que en Getxo no hay mucha oferta cultural para los chavales. Y así empezamos: hicimos en navidades las primeras colonias musicales y conseguimos 60 niños y ahora en Semana Santa hemos tenido 95. La idea es que los chicos se conozcan; porque lo que pasa aquí es que los barrios son muy personales: si eres de Romo, eres de Romo; si eres de Algorta, eres de Algorta... Y nos falta conocernos entre nosotros. A mí me encantaría que dentro de un tiempo alguien me parara por la calle y me dijera: Mira, este es mi amigo al que conocí en vuestras colonias”, asegura Juanlu, cuya dirección apunta lejos.