MUCHOS tonos, muchas voces y muchos cambios de tercio han acontecido en los cincuenta años de partituras del coro San Juan Bautista de Leioa, el grupo mixto que cantaba en las misas mayores a finales de los sesenta y que hoy, integrado en el conservatorio y escuela de música de la localidad, engloba a 36 voces jóvenes y recopila numerosos premios. El fundador del coro y actual presidente del conservatorio leioaztarra, José Ignacio Sarria, y su director, Basilio Astúlez, cogen la batuta en este reportaje.
“La esencia, la identidad, la idea de ser un coro popular de toda la vida sigue ahí, por eso también se mantiene el nombre de San Juan Bautista”, admite Astúlez. “Se cumplen cincuenta años y eso, desgraciadamente, en el caso de un coro no es muy habitual”, añade la persona que está a frente de esta agrupación que hoy es la hermana mayor del aclamado coro infantil y juvenil Leioa Kantika Korala. “El 90% de San Juan Bautista está formado por los cantantes que ya por edad dejan Kantika”, indica Astúlez, por lo que, como él mismo resalta, son personas que “llevan quince años cantando”. Por eso, esta coral es clave en el panorama actual por su potencial y sin olvidar sus orígenes; de ahí que su repertorio sea muy amplio e incluya melodías clásicas. Pero, sin duda, también tiene su vena contemporánea. “Es un coro heterogéneo y muy ecléctico, abierto a las tendencias actuales. De hecho, apostamos mucho por las nuevas creaciones”, incide Astúlez. Sin ir más lejos, en el concierto que la agrupación ofreció ayer en la iglesia de la Encarnación de Bilbao sonó música religiosa del siglo XXI.
Del siglo pasado, del XX, son los primeros compases de San Juan Bautista. “El coro parroquial desapareció y decidimos hacer un coro mixto para cantar en las misas mayores, pero enseguida se acató la idea de ser un coro sin estar ligado a la iglesia. Cantar solo en las misas los domingos era absurdo”, rebobina su fundador. Así que San Juan Bautista empezó a expandir su creatividad sonora con 60 personas, muchas de ellas, provenientes del grupo parroquial. El primer concierto lo dieron en Olabeaga. Y después, surgieron otros de relumbrón. “Llegamos a los 80 coralistas y en 1970 nos presentamos por primera vez al concurso internacional de Tolosa, al que volvimos un año después y ganamos la medalla de plata”, evoca Sarria, que también dirigió el coro durante los primeros catorce años.
Los cantantes empezaron a fusionarse con orquestas sinfónicas protagonizando actuaciones, incluso, en Madrid y Barcelona. “Cogimos muy buen nivel”, asegura Sarria. Sin embargo, en la década de los ochenta comenzaron a asomar turbulencias. El entonces director dejó sus funciones al colocarse al frente del conservatorio de Leioa y “no poder con todo” y “por una causa o por otra”, ningún director se mantenía.
Cambio de compás Pero en el año 2008, adentrados ya en el nuevo siglo, se dio con la tecla con la integración del coro en el conservatorio y escuela de música municipal y con Astúlez asumiendo las riendas vocales. “Ahí empezó a resurgir la coral”, destaca el actual presidente del conservatorio, que vio cómo su camino volvía entonces, cuarenta años después de los inicios que él compuso, a toparse con San Juan Bautista.
Las canciones de la formación han brillado en esta década en el Palacio Euskalduna o el Teatro Arriaga, así como en otros escenarios de diversos lugares, y los premios se han ido amontonando, como se acumulan en este año tan especial las celebraciones. Por ejemplo, los jóvenes se irán de gira en el mes de julio por el sur de España y cuatro compositores dedicarán obras específicas a San Juan Bautista. Pero, sin duda, uno de los momentos más entrañables se vivirá el próximo 4 de noviembre, ya que se intentará juntar al mayor número de personas posibles que hayan pasado por el coro, desde su época en blanco y negro a la actual de color tecnológico. Será una reunión en el Euskalduna y tanto Sarria como Astúlez hacen un llamamiento a todos aquellos que han hecho posible este recorrido melódico de 50 años. “Podríamos juntarnos unos 300”, calcula el actual director del coro. Sonaría entonces un cumpleaños feliz multitudinario.