Perros villanos al rescate
La raza autóctona de Enkarterri exhibe en la feria de Güeñes su potencial para ayudar en catástrofes
MAKUR significa villano en euskera. Pero un villano leal, ágil, obediente, un villano que en vez de matar como en las películas puede ayudar a salvar vidas. Makur se llama el perro de tres años entrenado para intervenir en operaciones de salvamento. Ayer en la feria de San José, en Güeñes, ofreció una pequeña muestra de las cualidades que le han hecho convertirse en el primer villano de raza autóctona de las Encartaciones que participa en estas labores en Euskadi. Sus intervenciones se centran en “rescates en montaña en un 99% de los casos, aunque también son perfectos para buscar entre los escombros”, según explicó el guipuzcoano Iñaki Ugartemendia, del Grupo del Perro de Salvamento de Euskadi.
Tras la monográfica de perro villano y villanuco que protagonizó el programa de la feria, Makur mostró sus habilidades ante cuadrillas y familias con niños que pasaron la mañana en Güeñes. A las órdenes de Iñaki, ejecutó “ejercicios de control, obediencia y búsqueda”. Y es que se trata de una raza que conserva un “físico y un instinto natural muy primarios” que agudiza su olfato para dar con montañeros desorientados o víctimas de derrumbes. La preparación adecuada ha desarrollado ese talento innato desde que nació, hace tres años. Ahora Makur ya puede sumarse a dotaciones de rescate, puesto que “ha recibido la homologación internacional”.
Otros reconocimientos, los concursos canino y de Euskal Oiloa acreditaron que Güeñes mantiene un alto nivel. En el certamen de perros villanos, “con setenta participantes”, según precisó el presidente de la asociación de villano de Encartaciones, Pedro Lana, al jurado le costó elegir. “Hay perros verdaderamente excepcionales. De diez, no se les pueden poner pegas”, transmitió un portavoz a los espectadores.
En el espacio liberado en la plaza que preside la iglesia de Santa María se instalaron puestos de artesanía vasca. Ochenta cabezas de ganado de explotaciones de Güeñes se asentaron en la plaza del batzoki, la monográfica de Euskal Oiloa y Euskal Antzara ocupó el frontón y al entorno de Galdotza Arana llevaron su género productores de miel, pan o txakoli. En este apartado, no faltó la degustación con caldo de la bodega Txabarri de Zalla -festejó la consecución de dos nuevos premios Bacchus-. La recaudación por las copas se destinará al proyecto solidario del servicio de Juventud de Güeñes en Senegal. Por qué no maridarlo con queso local que vendieron dos generaciones de la quesería Isusi, Ana Bahon y su hija, Soiartze Isusi. “Es un mundo sacrificado”, señalaron. Siempre habrá espacio para la diversión como la que disfrutaron ayer 16.000 personas. Y la que conmemorarán en mayo el treinta aniversario del grupo de danzas Andra Mari, que también contó con su stand en la feria.