Bilbao - Javier Aizpiri, conocido en el mundo del yoga como el maestro Kalki ha impartido este fin de semana en la capital vizcaina una conferencia dentro de las jornadas de reflexión El Maestro y la Enseñanza, congreso que ha reunido a más de 75 escuelas y 350 participantes de todo el Estado. En Bizkaia existen en la actualidad 13 centros en los que 90 profesores colegiados imparten esta práctica que cada vez tiene más seguidores. Aizpiri, natural de Eibar, lleva casi tres décadas dando clases en una escuela de yoga de Zaragoza. Junto al maestro Manuel Paz Macazaga, Madhava, ha trasladado sus conocimientos durante estos días.

¿Prefiere que le llame Javier o ‘Kalki’?

-En el mundo del yoga me conocen por Kalki pero habitualmente me presento como Javier.

¿Por qué ‘Kalki’?

-A través de un ritual cada uno podemos elegir cambiarnos de nombre. Es una manera de asociar al cambio otra forma de vivir la vida. Se trata de aceptar que a partir de ahora la vida se hace más consciente huyendo de aspectos negativos asociados a nuestro nombre de pila. La gente se sorprende cuando lo contamos.

¿Qué es el yoga?

-El yoga es el arte de ser sencillo.

Concrétenoslo más.

-Es un trabajo integral de la persona. El yoga acerca al yo interior y ayuda a uno mismo a disfrutar de buena salud física, mental, emocional y social. Armoniza cuerpo, mente y también el corazón.

La verdad es que suena bien. ¿Es eficaz?

-Lo es y muy recomendable.

¿Cómo se inició?

A través de una conferencia que escuché en Eibar en el año 82. Me sorprendió aquella charla y por entonces, ni me imaginaba que me iba a dedicar al yoga y a formar profesores en este área. Un buen día decidí dejar el trabajo que tenía y marcharme a Pamplona, donde estuve un año impartiendo clases de yoga. Después me marché a Zaragoza y allí sigo, después de 28 años, en una escuela.

¿Qué le ha aportado a usted el yoga?

-Diversas técnicas para trabajar el cuerpo físico, me ha hecho tener una actitud diferente ante la vida, tener la capacidad de mirar en mi interior sin criticarme tanto y, sobre todo, me ha aportado un saber llevado a la experiencia para conocerme mejor a mí mismo. Ha sido un despertar progresivo de la conciencia para llegar al autoconocimiento.

¿Si practicásemos yoga seríamos más felices?

-Por supuesto. El yoga nos enseña a ser más felices y a vivir la vida más conscientemente. La felicidad está asociada a la conciencia y no somos conscientes de todo lo que sucede en nuestra vida, aunque, no sea bueno, lo podemos mirar sin tanta resistencia. En la vida no todo es bueno, hay felicidad y dolor. La gente que siempre habla de la vida sana, vida sana es porque en el fondo tienen una obsesión por la enfermedad.

¿Acaso no vivimos la vida de manera consciente?

-Estamos ausentes en las actividades que la vida nos ofrece. Es como que no estamos de lleno en nosotros mismos. De lo que se trata es de invitarnos a vivir un poco más conscientes, a disfrutar lo que tenemos. A reunirnos con nosotros mismos todos los días. Esa es la labor que intenta hacer el yoga.

Lo practican más las mujeres que los hombres.

-Sí y realmente es una pena porque los hombres no saben lo que se pierden. Creen que el yoga está más hecho para las mujeres porque lo relacionan con la espiritualidad.

¿Practicar yoga tiene relación con la espiritualidad?

-Por supuesto. Lo que sucede es que la palabra espiritualidad tiene demasiadas connotaciones, religiosas, arcaicas...pero en realidad la espiritualidad nos habla siempre del conocimiento de nosotros mismos. La palabra espíritu es aquello que da vida, que es lo esencial. El problema es que estamos más pendientes de lo que pasa fuera de nosotros que de lo que hay en nuestro interior. No nos paramos para mirarnos por dentro.

¿Por miedo?

-Muchas veces somos grandes temerosos de lo que nos vamos a encontrar dentro, pero es un error no hacerlo. No podemos estar viviendo la vida de manera artificial. Estar consciente no es tan sencillo pero debemos intentarlo.

¿Practicar yoga que nos ofrece?

- Ayuda a aprender a vivir sin etiquetas, a encontrar lo sustancial de nuestra vida. Nuestro mayor fallo es que siempre vamos deprisa en esta sociedad y no estamos presentes en lo que hacemos. Es decir, que en el presente ya estamos pensando en el futuro. Conviene pararnos y reflexionar y observar lo que acontece a nuestro alrededor y disfrutar de lo que hacemos.

Lo hacemos poco.

-Más bien diría que no lo hacemos.

Solo valoramos lo que tenemos cuando ocurre una desgracia alrededor, ¿no?

-Eso es lo triste. Entonces nos paramos a valorar y a reflexionar, pero se nos olvida pronto. ¿Cuándo valoramos la salud? Cuando nos ponemos enfermos.

¿Los que practican yoga también se enfadan?

- (Ja, ja). Por supuesto que nos enfadamos.