Barrika - “Cada vez que una mujer da un paso, todas avanzamos”. Barrika acogió ayer diversas actividades deportivas y culturales con motivo del Día Internacional de las Mujeres, celebrado el pasado miércoles, 8 de marzo, organizadas por la Mancomunidad de Uribe Kosta. En este sentido, entre todos los actos programados con el objetivo de “impulsar la participación de cada vez más chicas y mujeres en diferentes modalidades deportivas, así como en diferentes competiciones federadas”, según destacaron desde la Mancomunidad, sobresalió uno de ellos por su emotividad: la presentación del libro El recorrido de las mujeres en el municipio de Barrika, editado por el Ayuntamiento de Barrika. “Este libro es un medio para dar a conocer a otras generaciones de mujeres, cómo sus antecesoras son referentes con sus luchas, aportaciones y acciones anónimas pero no por ello menos relevantes”, explica al inicio del libro el alcalde, Roberto Muñoz.

Así, una representación de las 24 mujeres vecinas del municipio y protagonistas con sus relatos en la construcción de la historia del libro participaron en su presentación en una fiesta celebrada en la plaza del Ayuntamiento.

“Para nosotras ha sido una experiencia muy buena. Barrika ha cambiado mucho y a través de este libro podemos recordar cómo era, por medio de relatos y fotografías”, indicó Maruja Rodríguez, vecina de la localidad desde hace cinco décadas y que durante 40 años ha regentado el único estanco del municipio, situado en el barrio Jonakone. “Como era el único del pueblo, conozco a todo el mundo”, prosigue. Aunque no nació en Barrika, sino “en tierras gallegas”, el amor le llevó a establecerse en este idílico municipio costero vizcaino. “Mi marido es de Barrika y hemos vivido toda la vida en el caserío Jonakone”, detalla. A pesar de los miles de recuerdos vividos a lo largo de medio siglo de vida en la localidad, Maruja recuerda especialmente la llegada del agua corriente a las viviendas. “La instalación general se hizo en 1968 pero no fue hasta uno o dos años después cuando llegó a las casas”, recuerda.

Repasando las páginas y fotografías de la publicación, Maruja echa la vista atrás y describe cómo era el municipio hace muchos años. “¿Ves la carretera que baja hasta el Ayuntamiento? Pues allí, a mano derecha, estaba el lavadero”, apunta. Además, a lo largo de más de noventa páginas, se entremezclan los testimonios de las mujeres sobre aspectos como la familia, las madres, la vivienda, el ocio, la ropa, comida, costumbres...

“Jugábamos con los chicos, daba igual, pero luego ibas a la escuela y tenías castigo por jugar con chicos. Yo no lo entendía porque pensaba si mi madre no me chilla, ¿por qué me chilla la monja? Pero era así”, relata una de ellas.

También hay referencias a la forma de ganarse la vida. “Mi suegra era lechera. Cogían el carro con las cantimploras, así de grandes, y bajaban a Sopelana. Allí dejaban el carro y el burro, y cogían el tren e iban hasta Bilbao. Y allí, piso por piso, subir y bajar. La Gran Vía, todo, todo, hasta arriba, con un carrito de mano, ponías allí las cantimploras y a repartir”, concluye otra de las protagonistas.