Emilio Zunzunegi

Muskiz - Aunque parece más muskiztarra que las mismísimas campas de San Juan en cuyas cercanías reside junto con su marido, Pilar Dorrio López vino al mundo en la localidad guipuzcoana de Irun en la que pasó su infancia hasta que el tren la trajo junto a sus padres a esta localidad del oeste vizcaino en la que, con los años, se ha convertido en el perejil de muchas de las salsas del municipio.

“Yo nací y me crié hasta los 9 años en la calle Hondarribia de Irun, pero mi padre, que era maquinista de Renfe, fue trasladado a Muskiz a raíz de la electrificación de la vía que llegó hasta el pueblo gracias al empeño y las gestiones que realizó el entonces cura, don Marcelo Gangoiti”, recuerda esta mujer que lleva diez años al frente de la Asociación de Mujeres de Muskiz tras relevar a Natividad Díez Elguera, “una estupenda mujer de gran iniciativa que murió muy joven y gracias al apoyo de vecinas como Urbe Díaz, actual vicepresidenta y una de las socias más veteranas de este grupo, que tiene más de 27 años de antigüedad”, reconoce.

Alumna del colegio de las monjas que se ubicaba en la trasera del actual edificio consistorial en dirección a El Haya, Pilar Dorrio resalta que el sacerdote Marcelo Gangoiti -fundador del diocesano Centro de Formación Somorrostro- ha sido una figura muy presente en la biografía de su vida en Muskiz, un municipio en el que no contaba con ningún apoyo familiar más allá de sus padres, Antonio y Pilar.

“Recuerdo que el día que me casé, don Marcelo, que era vecino mío, me dijo: Tu te casas por mí. Primero porque traje a tu padre con el tren y luego porque traje a tu marido a Petronor”, señala esta hija única que reniega de esa imagen tópica de las supuestas ventajas de ser el único vástago. “Yo siempre digo que me hubiera gustado tener un hermano o hermana con la que compartir lo bueno, lo malo y lo regular”, resalta esta mujer -madre de dos varones que aún no le han otorgado el título de abuela- que rebosa energía por los cuatro costados de un cuerpo fibroso donde la grasa se escurre al mismo ritmo que ella desarrolla su compromiso social.

Notaría Mujer de gran inquietud humana, Pilar completó su formación básica en Muskiz tras lo cual se matricularía en la barakaldarra academia Almi donde obtuvo el título de Administrativo que le abrió las puertas a un puesto en una notaría de Bilbao. “Eran los tiempos en los que en Bilbao había casi veinte notarios que no daban abasto para cubrir la demanda de escrituras por la cantidad de vivienda que se estaba construyendo y los créditos que se tramitaban”, comenta esta antigua catequista que aún sigue muy implicada en la marcha religiosa de la localidad a través de los grupos parroquiales y que con sus hijos escolarizados en el C. F. Somorrostro participó en la creación del AMPA (entonces APA) del centro y promovió la ampliación de la escolarización de los alumnos hasta los 16 años, edad en la que podían optar por la Formación Profesional o por continuar hacia la universidad.

Antigua jugadora del equipo de baloncesto del colegio de las monjas que jugaba en los campos del colegio Cantarrana, en el que contaron como entrenador al exconcejal jeltzale Iñaki Lejarza -impulsor de la prestigiosa feria agrícola de Muskiz-, Pilar Dorrio casi se ruboriza al descubrirse como una gran fan de toda la vida del mítico José Ángel Iribar, El Txopo. “Recuerdo que el Athletic cuando jugaba en casa se concentraba en el parador del Castillo Muñatones e incluso le he visto ya de adulta, pero siempre me ha dado mucha vergüenza pedirle un autógrafo”, lamenta esta inquieta mujer que el próximo día 20 cumplirá once años al frente de la Asociación de Mujeres de Muskiz, aunque su pertenencia al grupo se remonta varios años antes. “Yo daba catequesis y un año en el que ya tenía grupo me propusieron entrar en la asociación y le comenté que lo haría al acabar la catequesis. Sin embargo, propusieron que fueran los padres los que la dieran y así me pusieron en un brete y acepté”, rememora esta mujer que no oculta la preocupación por el futuro de esta asociación que tiene como bandera la defensa de los derechos de la mujer.

“La gente se equivoca. Cuando las mujeres hablamos de derechos, las asociaciones hablamos de derechos que como personas nos corresponden. En mi época de trabajadora por cuenta ajena, por el mero hecho de ser mujer, con mucha más responsabilidad ganaba mucho menos que el chico de los recados y eso no es justo. Hombres y mujeres no somos iguales salvo en las responsabilidades que asumimos”.