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Izaro, baluarte de la cesta punta

Izaro Arbe, puntista de Markina que, además de jugar, imparte clases de cesta punta a los jóvenes El proyecto Xistera, de la que es parte activa, contribuye a que haya más mujeres en los frontones

Izaro, baluarte de la cesta punta

Markina-Xemein - Izaro Arbe es una joven puntista que está marcando un camino en un mundo históricamente acotado a los hombres como es la cesta punta. Cuando comenzó a jugar con apenas 11 años era la única mujer del circuito, pero poco a poco se están uniendo más jugadoras que en un futuro cercano posibiliten, incluso, la disputa de campeonatos. Una ilusión que ha recibido un espaldarazo importante con la creación del proyecto Xistera, en la que la markindarra es uno de los más activos baluartes y donde, además de jugar, ejerce de maestra en los primeros pelotazos de las futuras promesas.

La historia de Izaro Arbe y la cesta punta comenzó como comienzan las historias de los artistas, diciendo a sus padres que quería ser puntista. “Mi hermano es pelotari y viendo un partido suyo, miré a mis padres y les dije que yo también quería apuntarme. Movieron todo lo posible y así comencé” relata. Y es que la historia de los frontones y la mujer no ha sido muy prolífica, desgraciadamente, y apenas se han podido contar un puñado de casos donde alguna jugadora ha podido destacar. “Antes que yo ha habido alguna que otra mujer, pero de forma suelta. Cuando comencé solo estaba yo”, afirma la markindarra. En un principio jugaba con jóvenes de su edad por lo que ser la única fémina en el proceso de aprendizaje se lo tomó “como algo natural”. Jugaba con ellos y no había ningún problema. “Pero llegó un punto, con unos 14 años, que los niños empezaban a disputar sus primeros campeonatos y yo me quedé sin oportunidades. Es entonces cuando me di cuenta de la diferencia”.

En ese punto comenzó a jugar con puntistas más jóvenes pero, según cuenta, “cuando tienes 17-18 años que te digan que tienes que jugar con alguien de 13 años no es lo mismo”. Ser la única mujer del circuito conllevó que estuviera unos ocho años sin llegar a jugar ningún campeonato. Algo difícil de soportar para un deportista, ya que suele ser la competición lo que alimenta la pasión del puntista. “Antes empezaba el campeonato de Bizkaia y no podía competir con los chicos. Al ser una competición oficial no puedes jugar con más jóvenes. O sea, que un desastre”. Pero hoy en día la situación ha cambiado, aunque no todo lo deseable, pero gracias al proyecto Xistera están surgiendo brotes verdes que auguran un futuro prometedor. “He tenido mis momentos, pero ahora estoy a gusto. Juego con jugadores hasta 10 años más jóvenes pero me llevo muy bien con ellos”.

Bajo el auspicio de las diversas instituciones públicas, entre las que se incluyen el Gobierno vasco, el navarro y las distintas diputaciones, la máxima intención de Xistera es revitalizar el deporte de la cesta. En la actualidad hay un total de 21 clubes de cesta base, 16 en Hegoalde y otros 5 en Iparralde. Arbe es un activo más del proyecto porque, además de participar como jugadora, imparte clases en la escuela de Bekobenta. “Un proyecto como Xistera, o el organizar campeonatos en distintos pueblos, con la fuerza que tienen los medios de comunicación, si muestran unos ejemplos será más fácil animar a la gente para que se inicie en la cesta punta” detalla. Y este último año se han dado grandes pasos en ese tema.

Encuentros Esta temporada se han celebrado por primera vez encuentros de cesta punta para mujeres gracias a Xistera y en ellos se han reunido jugadores de Euskal Herria, Catalunya y Francia, con cerca de 30 puntistas en liza. “Ahora mismo en Mutriku hay dos, en Gasteiz cuatro, en el club de Donostia otras dos, y van saliendo más” narra Arbe. La joven jugadora de cesta punta apuesta por que los niños jueguen todos juntos. “Creo que de niños, tanto chicos como chicas, deben de jugar juntos. Luego se puede dar un proceso donde se separen; por ejemplo, ahora tendré a unos 25 alumnos y están todos mezclados. Tengo jugadores desde 6 a 12”.

Por lo tanto, las nuevas generaciones tienen un espejo donde mirarse. Izaro Arbe representa las ganas de poder disfrutar de un deporte ancestral, donde todo el mundo tiene cabida y la única diferencia debería estibar en la habilidad de mover la pelota.