Erandio - Hablar de música coral en Astrabudua es hablar de Juan Aduri. Este veterano vecino de Erandio lleva la melodía en el latido de su corazón y una trayectoria vital y artística ligada a la partitura y a las voces que se elevan unidas. Está a punto de soplar 86 velas, y lleva la frilolera de 64 años como organista en la parroquia San Lorenzo de Astrabudua. Además, a lo largo de las décadas ha fundado y dirigido varios coros en su barrio, todos ellos ligados a la actividad parroquial. Juan atesora miles de vivencias en torno a estas agrupaciones.

Hoy día, lejos de tomarse un respiro y de alejarse del barullo de ensayos y conciertos, está al frente de Astrabuduko Jubilatuen Abesbatza, una masa coral que aglutina a 30 hombres y mujeres aficionados a la música y que tienen vocación de contribuir a la vida social y cultural del barrio. “La música me da vida, me da vitalidad. Si no tuviera el coro y mi labor como organista, me aburriría”, asegura Juan.

Juan Aduri nació en el barrio mungiarra de Larrauri. Su aita, Agustín, era un baserritarra que también ejercía de sacristán, lo que propició que Juan tuviera desde muy pequeñito vínculo con la parroquia de este enclave. “Los dientes me salieron en la sacristía y entre pentagramas”, explica. Así que, con apenas seis años comenzó a colaborar como monaguillo y sus primeros profesores en esto de la música fueron Don Elías y Don Narciso, ambos sacerdotes y organistas en Larrauri y Mungia, respectivamente. “Mis padres no podían permitirse darme una carrera de música, y aprendí con organistas en las parroquias”, explica. Juan rememora aquellos tiempos en los que bajaba con goitibera desde Larrauri al centro del pueblo para acudir a clase. “Y a la vuelta la subía al hombro”, narra.

Al fallecer ambos religiosos comenzó a ir a Bilbao para continuar con su formación, y fue Salvador Rada, organista y concertista de la parroquia del Carmen de Indautxu, el encargado de formarle en armonía, piano y órgano. Dos veces por semana iba a las clases en aquel desaparecido tren que unía Mungia con la capital vizcaina, de manera que Juan tenía que hacer andando el camino desde su casa hasta la estación del ferrocarril.

La cuestión es que un jovencísimo Juan Aduri, con apenas doce años, llegó a ser organista en Larrauri y con 15 puso en marcha un coro de 38 voces mixtas en la parroquia. Juan de chaval no solo apuntaba maneras: rubricaba y sellaba una existencia marcada por la música coral.

Inicios en Erandio Fue en 1953 cuando se trasladó a Astrabudua por motivos de trabajo. A su llegada se encontró con un buen puñado de aficionados a la música que Juan acabó consolidando como coro mixto parroquial, y que con el tiempo se convirtió en un coro de voces graves. El por entonces párroco Tomás Aldekoa le propuso ser organista en la parroquia, así que Juan ejerció como tal en la antigua ermita, antes incluso de que se construyera la actual iglesia.

De manera paralela a este coro, a finales de los años 60 puso en marcha otro de jóvenes para cantar en la iglesia. Estas formaciones acabaron disolviéndose con el paso de los años, pero después constituyó Abeslari Txiki Alaia, un coro de voces blancas compuesto por niños y niñas de Astrabudua, que estuvo en marcha 24 años y que logró viajar por todo el Estado e incluso por Europa.

En 1995 formó el coro Abots Alai, compuesto por mujeres, y con el tiempo se unió como director al coro Urretxindorrak de Bilbao, etapas ambas que con el paso del tiempo ha cerrado.

Hoy día está al frente de Astrabuduko Jubilatuen Abesbatza, una agrupación que formó en 2004 y cuyo repertorio abarca habaneras, bilbainadas... Entre las novedades de este coro de Astrabudua figura el proyecto que ya han iniciado y que consiste en salir a llenar de melodías las calles del barrio un sábado al mes, de 12.30 horas a 14.00 horas.

Juan continúa así, a pleno rendimiento, con su labor entusiasta y pegada a la música y a su barrio.