NADA más inoportuno para alguien que lee que la voz de otro lector adelantado destripándole el misterio que le aguarda impreso en el papel. Esa realidad me ordena a la hora de narrarles lo sucedido ayer con voz ronca: ¡Detente, tentación! Y miren que es grande el deseo porque vengo a hablarles del desenlace del tercer certamen de relatos cortos Kazeta-BAO y su sugerente leit motiv: sensualidad y erotismo en Bilbao. Lamento dejarles con los dientes largos, pero es deber de letrudo no desentrañar la lectura. Sí les contaré lo vivido ayer en el bar Kazeta, allá a la altura del seis de Alameda San Mamés, durante la ceremonia de entrega de los premios principales del concurso. Hasta ahí puedo leer...
Lo organizaron entre varios, supongo. Pero si tuviese que darles un nombre con el que distingan a Kazeta es el de Iñaki Cabezón y otro con el que reconozcan a la publicación BAO, que toma el pulso chévere de la ciudad, es el de Mariano Remiro.
Ambos se movían ayer con soltura, arriba y abajo, entre los invitados, los finalistas del certamen, el jurado, y la buena gente amiga de ambas casas. Joseba Solozabal fue el cicerone que guió a los presentes hasta el desenlace. Una voz reconocible en el barrio. Su mensaje ya lo conocían Asier Sanz yJavier Gamboa, humoristas colaboradores de DEIA; Manuel Vicente y Pedro Rojo, creativos de El Cajón; la escritora Gloria Esteban y el alma (en cuerpo no pudieron estar presentes por sus muy diversos compromisos...) de Igor Yebra, Joanes Urkixo y Félix Linares. No en vano ellos fueron el jurado de un certamen que, además de fluidez e imaginación en la escritura, pedía destreza artística: debía ir acompañado de una ilustración.
El redoble de tambores (imaginarios: no hay vecino que hubiese soportado aquello...) anunció que el primer premio del jurado fue para el relato titulado La columna 44, escrito por Andoni Abenojar e ilustrado por Amaia Ballesteros. A su lado María Jesús Galarza y Maite Garmendia se llevaron el primer premio del público (los relatos cuelgan de las paredes del local...) por su obra Recuerda. Saturnino Pardo, el propio Asier Sanz, Javier Palomino y Paco García, del bar Alameda, entregaron los premios principales poco después de que el mismísimo Manuel Vicente realizase una breve actuación guiado por las estrafalarias reglas del bululú, un farsante que antiguamente representaba él solo, en los pueblos por donde pasaba, una comedia, loa o entremés, mudando la voz según la calidad de las personas que iban hablando.
otros premios y más amigos Hubo otros premios y más amigos, claro. Así, Juan Jesús y Nicolás Arnáez, Agustín Salazar, Daniel Rodríguez, David Caiña, Alex Fernández, Cristina Ruiz, Ramón Martín, Lola López Lacalle, José Javier Lacalle, Taicha y Eddie Peñín e Idoia Barrondo dejaron huella de sus habilidades en una noche en la que no faltaron Miguel Mendiluce, Roberto Manrique, Gon-tzal Azkoitia, Fermín Palomar, Adolfo y Maitane de Andrés, Santi Francés, Pedro Ugarte, Alex Oviedo y un buen número de amigos.