Bermeo - Ageda Bilbao es una baserritarra de Bermeo que lleva toda su vida trabajando la tierra y sacando de ella los mejores productos. Tras una vida de duro trabajo y haber cumplido ocho décadas de existencia, mantiene una vitalidad envidiable y un buen humor que lo muestra con una conversación fluida y llena de las muchas historias que ha vivido. En el día de ayer recibió un merecido homenaje en la localidad costera tras cumplir veinte años llevando lo mejor de su huerta a la feria de Santa Eufemia. Desde que comenzó a ir junto a su padre a las ferias siendo una adolescente, no ha perdido la costumbre, ya que según detalla, “a mí siempre me ha gustado ir a las ferias de San Blas o San Antonio, acercarme hasta Gernika o Mungia y a todos lados”. Además de ello, es propietaria del agroturismo Artiketxe, ubicado en el barrio rural de Artike de Bermeo, en el mismo lugar donde ella nació hace ochenta años.

“Cuando comenzó, la feria de Santa Eufemia era pequeña y el primer año, aprovechando que mi marido era el Txo de Bermeo, -mítico pelotari de la localidad- hice un cartel que decía Los productos del baserri del Txo de Bermeo y de paso aproveché para hacer publicidad del agroturismo que habíamos abierto ese mismo año”. Tal vez por el cartel o porque sus productos eran de primera calidad, la experiencia fue satisfactoria: “a la gente parece que le gustó porque me preguntaron si volvería al año siguiente”. Desde entonces Ageda Bilbao no ha fallado una sola edición, siendo la única representante que se mantiene en su puesto desde aquel año. Esta ocasión y antes de conocer que iba a ser homenajeada, pudo haber sido la primera feria a la que podría haber fallado, ya que hace poco vivió una pequeña operación de la vista y todavía no ha recuperado las plenas facultades. Su hija, además, también insistió, según cuenta la protagonista de ayer, ya que esta vez cumplía una cifra redonda; “¿cómo no vas a ir?, me preguntaba, si llevas veinte años acudiendo a la feria”.

La primera reacción cuando le dijeron que iba a ser agasajada no fue precisamente de emoción desbordada. “Cuando me dijeron que este año me hacían un homenaje, al principio no quise. Y claro, leí el programa de fiestas y ahí aparecía mi nombre, o sea que ya no tuve otra”, relata entre risas. “Siempre he ido muy a gusto a la feria”, reconoce. Al ser un mercado pequeño, tal vez no tenga la atracción y la fama que puedan acarrear otros que además reparten premios. Aun así, ese detalle es algo que nunca le ha importado a la bermeotarra ya que el dinero que recibía de los galardones lo repartía entre la gente que le ayudaba en las labores de la huerta. “Con lo que sacaba de vender y la publicidad que hacia del agroturismo me bastaba. Y por eso seguí”, confiesa.

En lo que se refiere al tema de abrir el agroturismo, fue algo que empezó “como quien no quiere la cosa”, tal y como cuenta Bilbao. El edificio es el baserri reformado donde ella nació y creció hasta que construyeron su hogar actual, que está justo en frente. La vivienda estaba partida por la mitad mediante unos tablones de madera, tanto que de pequeña “empujábamos la madera y podíamos ver el otro lado”. Un día, el vecino de toda la vida quiso comprar la otra mitad, pero según relata la bermeotarra, “yo le dije que si él tenía dinero para comprármelo, que se lo guardara, que ya se lo compraba yo a él”. Fue su hija la que tuvo la idea de convertirlo en un agroturismo, uno de los primeros que se abría en la comarca, ya que era algo poco habitual entonces y no habían proliferado tanto como hoy en día. “Con la venta de algunos terrenos que tenía mi marido, lo que habíamos ahorrado de lo conseguido en la huerta y la publicidad que hicimos al principio, lo sacamos adelante”. No es fácil ser pionero en algo que en ocasiones no sabes si puede funcionar, pero como dice Bilbao, “a veces hay que arriesgarse”.

Muchas cosas han cambiado desde que la baserritarra de Bermeo bajaba a la localidad montada en su burro para llevar patatas, alubias o el producto de cada época y venderlo en la plaza. Un medio de transporte que mantuvo hasta los 40 años, que fue cuando se sacó el carné de un coche que todavía utiliza para moverse por los alrededores. Tras cumplir ochenta años, a Ageda Bilbao aun le quedan ganas y vitalidad para seguir ofreciendo los mejores productos de la tierra en la feria.