Es una de esas entidades que es difícil de entender si no se conoce bien. Trabajar para conseguir objetivos a largo plazo, que además en la mayoría de las veces no son tangibles, es complicado de vender. Sin embargo, Bilbao Metropoli-30 (BM-30), la asociación que piensa el futuro de la capital vizcaina y su entorno cumple el próximo 9 de mayo un cuarto de siglo.
25 años en los que esta agrupación de instituciones públicas y empresas privadas ha sabido empastar análisis y deseos para conseguir que la metrópoli bilbaina haya evolucionado de tal forma que ha llegado a convertirse en ejemplo en el mundo.
Todo empezó en 1990, en plena crisis económica, cuando el mazazo de la pérdida de la identidad industrial de la comarca alrededor de la ría dejó yermo su futuro. Había que pensar cómo salir del túnel y no mirando al corto plazo. Había que tener una perspectiva más amplia. Un horizonte de décadas que permitiera trabajar sin la presión de los periodos políticos, algo que Bilbao Metropoli-30 entendió rápidamente, a pesar de que su fundación se basó en un acuerdo entre el Gobierno vasco, la Diputación y el consistorio capitalino. Todos remaron juntos para recuperar el pulso de la comarca y hacerlo de manera innovadora, aplicando herramientas de gestión empresarial como el análisis de escenarios de futuro, el marketing de ciudades o fomentar la colaboración público-privada.
El proyecto empezó a cuajar y a los 17 socios fundadores, entre los que se encuentra Editorial Iparraguirre, editora de DEIA, se fueron sumando cada vez más actores activos. Hoy suman 130 socios que incluyen empresas, instituciones y organizaciones que representan a todos los sectores del área metropolitana.
Una base amplia de la que se aprovecha la asociación ya que, según explica Alfonso Martínez Cearra, su director general, “nos apoyamos en la capacidad ejecutiva, política y económica de nuestros socios”.
El primer trabajo de Bilbao Metropoli 30 consistió en elaborar una hoja de ruta que sacara a la zona geográfica donde viven alrededor de un millón de personas de su ostracismo y desilusión. El resultado fue el Plan Estratégico para la Revitalización del Bilbao Metropolitano (1991-2000) un documento que concretó una serie de objetivos, esta vez a largo, pero también a corto plazo, que permitiera aunar voluntades y coordinar las acciones de los socios.
Para concretar este camino de futuro, BM-30 se fijó en procesos similares en otras ciudades del mundo. Aprender, empaparse de cómo habían conseguido resucitar urbes como Pittsburgh, en EE. UU. o la británica de Newcastle, fue básico.
Ejemplo para el mundo Y en la asociación lo aprendieron bien. De hecho, con el paso de los años, la regeneración vizcaina se ha convertido en fuente de la que beben otras muchas ciudades medias que quieren despuntar. “Hemos pasado de buscar ejemplos a ser ejemplo”, sentencia con orgullo el responsable ejecutivo. Una labor de internacionalización consolidada y que le ha permitido a la entidad colaborar hasta con 30 organizaciones de todo el orbe.
Aquel primer plan de trabajo de 1991 se concretó en ocho temas a tratar. Desde los recursos humanos, pasando por la acción social o la regeneración medioambiental, hasta llegar a la movilidad y regeneración urbana, entre otros.
Fue la década en la que se pasó del Bilbao de las maquetas al Bilbao como urbe de servicio. Los diez años donde el Guggenheim se presentó al mundo, la regeneración de la ría daba sus frutos y el metro nació para convertirse en la columna vertebral del transporte de la comarca.
Una década, la última del siglo pasado, que asentó una base de infraestructuras que había que saber aprovechar para el futuro. Un siglo XXI que se presentó con muchos cambios a nivel tecnológico, una globalización cada vez mayor y una sociedad del conocimiento que marcarían años venideros.
Aunque desde la sociedad no les gusta etiquetar su trabajo en sucesivos planes, está claro que el primero fue todo un éxito y en el 2000 se plantearon que la segunda hoja de ruta, la que iba a marcar el inicio de la nueva centuria, repitiera la consecución de objetivos. Así, un millar de profesionales, que representaban a los socios, y la ayuda de casi 200 expertos de talla mundial, alumbraron un camino a seguir que permitiera a la metrópoli ganar más calidad de vida para todos sus habitantes, avanzar en la búsqueda de la excelencia y convertirse en una metrópoli de referencia.
Las ideas y el saber hacer bien las cosas en todos los niveles de la sociedad se convirtieron en nuevos paradigmas para el equipo de 9 personas que forman la plantilla de BM-30. Un grupo que se ha mantenido casi intacto desde su inicio, en el que mantiene la presidencia, el ejecutivo ya retirado de Iberdrola, José Antonio Garrido, y la dirección general, Alfonso Martínez Cearra, un ingeniero industrial que ha acumulado miles de kilómetros en sus maletas dando a conocer el modelo de desarrollo estratégico de BM-30.
Durante estos últimos tres lustros se ha trabajado en una serie de valores que han sido básicos para el desarrollo competitivo y sostenible de la comarca. En 2006, Bilbao acogió un foro internacional de los valores donde se marcaron los cinco a desarrollar. En concreto, innovación, profesionalidad, identidad, comunidad y apertura. Todos ellos se unificaron bajo el acrónimo de IPICA y desde entonces han ido calando poco a poco en las acciones de la sociedad vizcaina en general. Uno de estos valores, la profesionalidad, se ha materializado en un proyecto propio, BasquePRO, que desarrolla el programa Bilbao 2030, es tiempo de profesionales desde hace cinco años. “Es un valor paradigmático de nuestro futuro”, asegura el director, ya que “enfatiza la importancia de las personas y sus valores, su capacidad de tener ideas y de poner en marcha proyectos ilusionantes”. Desde BM-30 son conscientes que este cambio de las infraestructuras a los valores no es sencillo por eso están desarrollan una estrategia progresiva.
Con el horizonte en 2035 Por eso, en la nueva estrategia que presentarán la asamblea general del próximo 9 de mayo con la presencia del lehendakari Urkullu, se mantienen esos valores con el horizonte puesto en 2035. El objetivo es ambicioso. En dos décadas, BM-30 propone que la metrópoli sea la primera conurbación en el Estado y entre los cinco primeros territorios o países de Europa, de tamaño e indices socioeconómicos parecidos, en variables clave como el empleo, el producto interior bruto, la educación a todos los niveles, la sanidad y la atención a los mayores.
“Y para conseguirlo se necesitan proyectos que adecuen nuestras virtudes tradicionales como son el trabajo bien hecho, el esfuerzo cotidiano o la asunción de riesgos a las realidades actuales”, indica Alfonso Martínez Cearra.
Un trabajo que revertirá en la sociedad y podrá mantener a BM-30 como “una entidad visionaria, colaborativa, ambiciosa, ágil, que define objetivos y que ocupa su nicho en el largo plazo de forma exclusiva y centrada”. Y esta definición no es de Bilbao Metropoli-30. Fue un reconocimiento por parte de la OCDE en un estudio que realizó ya en 2009 sobre las agencias de desarrollo local. Ahí es nada.