Meñaka- Nació en un caserío de Meñaka, flanqueado por dos montes míticos: el Sollube y el Jata. Josetxu Garmendia es un hombre pegado a la tierra, a la hierba, a la naturaleza elegante y bella que abraza a su pueblo. Presidente de Sollubepe Kultur Taldea, el grupo de montaña local, recuerda aquellos seis años en los que dejó los espacios abiertos para irse a vivir a la vecina Mungia, a un piso. “Se me hicieron larguísimos. Yo estaba acostumbrado a vivir en un caserío y aquello era como una cárcel...”, narra Josetxu. Así que volvió a Meñaka, su Meñaka, una localidad pequeña y linda, de fuerte carácter rural.
Una de las cosas que piensas cuando llegas a Meñaka es qué bonito y qué tranquilo es esto.
-Sí. Muy tranquilo. Y todo son casas individuales, no hay ningún bloque grande. En ese aspecto es bonito, porque no rompe el esquema de pueblo antiguo. Ahora hay menos caseríos.
¿No quedan ya baserris?
-Prácticamente todos los caseríos están renovados y la gente hace un poquito de cultivo de huerta, pero ya no hay ganado, que era lo que había antes, porque la mayoría de los baserris se dedicaban a la producción de leche. Ahora hay uno o dos caseríos que tienen tres o cuatro vacas, pero solo para limpiar el terreno. Y antes había más unión. Yo soy del barrio de Ametza y, siendo chaval, las familias nos ayudábamos para cortar la hierba seca, hacer fardos... Hacíamos conjuntamente unos caseríos, luego otros, y había un ambiente fenomenal. Se hacía alguna chuflita y alguna jamada para celebrar el final de los trabajos. Ahora esas cosas se han perdido. Está más apagado el pueblo. Cada uno vivimos más independientes, como pasa en todos los sitios.
¿Sigue siendo este un pueblo en el que todas las familias se conocen?
-Sí. La mayoría nos conocemos todos y nos vemos los fines de semana en el bar, tomando unos traguitos. Y tenemos el txoko, donde se hace mucha vida social. Los fines de semana se hacen cenas, coincidimos los unos y los otros?
¿Ventajas de vivir en Meñaka?
-Para mí la ventaja es la tranquilidad. Hay gente que dice que cuando vienen aquí, al principio, no pueden dormir porque no hay ruido. A mí lo que me cuesta es dormir en sitios de ruido. También me gusta observar el Sollube y ver el Gorbea en días claros. Nosotros subimos al Sollube en días limpios y disfrutamos un montón viendo el paisaje.
¿Hasta qué punto marca Sollube el carácter de Meñaka?
-En todo. Allí pusieron las antenas, la Vuelta Ciclista a España pasaba por Sollube? Sollube siempre ha sido mítico para nosotros, que hemos nacido casi en la falda.
Lo que no hay es comercio.
-Nada. Aquí tiendas no tenemos. Vamos a Mungia.
¿Qué tal su infancia en Meñaka?
-Muy bonita. Me acuerdo mucho del río donde pescábamos cangrejos, anguilas, truchas... No teníamos ordenadores ni nada de eso, así que cuando salíamos de clase lo que teníamos era el tiragomas, íbamos a pescar, a buscar nidos y jugábamos al fútbol. Cuando yo era pequeño había campo de fútbol. Me acuerdo cuando vino el Athletic aquí a jugar contra el equipo del pueblo. Fue en los años 60.
¿Había equipo de fútbol en Meñaka? ¿Y cómo se llamaba?
-El Gaztedi de Meñaka. En aquellos tiempos teníamos un problema con el cura, porque los domingos a las 4.30 horas había rosario y el partido empezaba a las 4.00, y claro, nos perdíamos el partido y estábamos con el rosario, sufriendo. Cuando salíamos íbamos corriendo al campo.
¿Retos de Meñaka?
-No sé si sería viable o interesante, pero me gustaría que se volvieran a utilizar las tierras. La gente lo está dejando y hay zarza por todos lados. Aunque creo que es difícil, habría que buscar alguna solución y seguir utilizando las tierras con ganado o con cultivo agrícola. Me gustaría que volviera la imagen que yo tengo del Meñaka de antes: todo campas, algunas aradas y otras verdes. Eso sería lo ideal.
¿Qué es para usted Meñaka?
-Meñaka es libertad, tranquilidad, salir del estrés. Aquí tengo la familia. Tengo todo lo que quiero.
Presidente de sollubepe kultur taldea