Los alumnos de Deusto aprenden delgrupo Urbegi
La universidad edita un libro sobre la trayectoria de la empresa de Balmaseda
Bilbao- ¿Cómo se pasa de crear una empresa en Balmaseda entre cinco personas a suscribir un acuerdo con el gobierno de México, facturar ocho millones de euros, emplear a casi 400 trabajadores, servir a 200 clientes, integrar una vocación social y diversificar el negocio a los campos industrial, medioambiental y tecnológico sin perder el carácter familiar? Este viaje que ha recorrido el grupo Urbegi a lo largo de trece años llegará a las aulas de Deusto gracias al libro publicado por la universidad. “Una guía, un tesoro para emprendedores y empresas”, según lo definió el diputado general, Unai Rementeria, que asistió al acto de presentación junto con el titular del área foral de Desarrollo Económico, Imanol Pradales e Izaskun Artetxe, diputada cuando el proyecto echó a andar.
Abandonaron la estabilidad laboral para perseguir el sueño que han relatado dejando a un lado balances económicos para centrarse “en los valores por los que hemos luchado contra viento y marea”, explicaron dos de los socios fundadores de Urbegi, Pablo Ocaña y Javier Larrañaga. Un trayecto no exento de contratiempos que no ocultan, porque “es importante contar “que emprender es difícil”. Desde el garaje en desuso cedido por el Ayuntamiento de Balmaseda que acogió su primera sede empezaron por establecer las bases que definirían a Urbegi: ofrecer una relación calidad-precio superior a la media, incorporar a colectivos vulnerables a su plantilla y remunerarles “igual que a cualquier trabajador, en base a los convenios sectoriales”. Antes de marcarse metas más ambiciosas se pusieron literalmente manos a la obra a rehabilitar el local. “Toda una experiencia vital que nos permitió conocernos en diferentes frentes y circunstancias adversas”, recordaron. De aquellos días extrajeron enseñanzas muy valiosas para su trayectoria posterior, “la más importante, comprobar nuestra férrea voluntad de alcanzar acuerdos y ponernos en la piel del otro; de hecho, nunca hemos votado para tomar una decisión, siempre hemos llegado a un consenso”. Con pocos apoyos, salvo el Consistorio encartado, Dema y la Diputación, se embarcaron en la aventura de emprender en los años previos a la crisis, “luchando contra quienes no nos consideraban una empresa”. Pero se presentó una oportunidad que otros desecharon “por arriesgada” y ellos supieron aprovechar, aunque tuvieran que avalarla con sus recursos personales: un taller de confección y reparación de prendas para el que contrataron a personas en riesgo de exclusión.
A partir de ahí han subido un peldaño tras otro hasta consolidar un modelo “de una sociedad líder y no personas líderes”. Además, sacando partido de su bagaje, impulsan otras iniciativas que, como la suya, fortalezcan la comarca. “Resulta ilusionante comprobar cómo evolucionan las posibles opciones que manejamos. En breve presentaremos unos resultados excelentes”, aseguraron Pablo Ocaña y Javier Larrañaga. Porque aspiran a “que se pueda trabajar y vivir en Enkarterri”.