ROPA de cuero, botas, gafas de sol y rugidos, sobre todo rugidos de motos. Igorre se convirtió ayer, y por un día, en territorio motero, y es que Arratia Motor Taldea celebró nuevamente en la localidad su quedada anual que este año tiene cifra redonda ya que el grupo cumple 15 años, por lo que la cita fue “más emotiva” si cabe para sus miembros y todos los amigos del motor de dos ruedas. La jornada fue un éxito y las expectativas se cumplieron “con creces”. El día comenzó sobre las diez de la mañana en Igorre; allí se dieron cita moteros de Arratia y de otros lugares tanto de Euskadi como del resto del Estado. En total, unos 250 moteras y moteros recorrieron el pueblo y algunas zonas del Valle de Arratia en una ruta que duró alrededor de dos horas.
Después todos se acercaron a la zona de las escuelas del municipio, donde iban a disfrutar de música, comida y bebida, entre otras cosas. Allí el ambiente no podía estar más animado ni con mejor sintonía. “Los moteros somos como una gran familia”, señalaba Joseba Fernández, vicepresidente de Arratia Motor Taldea. A sus 41 años, es uno de los fundadores del grupo, lleva quince años dentro y “es algo que no puedo dejar de hacer”, asegura. Ahora son 33 personas en el club, y Joseba recuerda los orígenes, cuando hace quince años “nos juntamos tres amigos del pueblo y decidimos montar un club”. Un grupo con el que han viajado hasta Portugal incluso, y con el que todos los fines de semana, “salvo contadas excepciones”, salen a la carretera a “mover un poco la moto y juntarnos”, apunta.
comida y diversión Tras la ruta por el valle los asistentes disfrutaron de una comida y una larga sobremesa amenizada por la música de trikitilaris de Zeanuri. Desde Elgoibar se acercó Txus Aizpurua, un aficionado a las motos que va por libre y que a sus 51 años siempre viene a la concentración en Arratia. “Tengo muchos amigos aquí” y “me gusta mucho este ambiente”, destacó. Entre los asistentes había también muchas moteras, una de ellas, Olaia López de 38 años y aficionada al motor desde “pequeñita”. Lleva 5 años en el grupo y “siempre viajo con mi marido”, pero eso sí, “cada uno en su moto”, señaló.
Después de comer bien, pudieron disfrutar de los herri kirolak, uno de los momentos más divertidos de la jornada. Para rematar un día y “una quedada de las buenas”, los moteros lo pasaron en grande con dos conciertos y unos cuantos tragos, “sin alcohol” claro. Las largas filas de moteros volverán a despertar Igorre el año que viene, y Arratia Motor Taldea cumplirá 16. Zorionak!.