AKontxi no le gusta utilizar la palabra usuaria. Prefiere decir que empezó siendo socia de Gorabide, y no usuaria de sus servicios, aunque ella no tenga ningún problema en reconocer que es discapacitada intelectual. El caso es que pasó de socia a voluntaria para “probarme y ver si era capaz de hace algo diferente”, dice. Pues lo consiguió. Vaya que sí supero el reto. Kontxi Basabe lleva treinta años trabajando como monitora de tiempo libre en la asociación de ayuda a las personas con discapacidad intelectual de Bizkaia. Es toda una institución y un ejemplo de superación personal. Por eso, los responsables de Gorabide decidieron que fuera Kontxi quien recogiera en Palma de Mallorca, de manos de la reina, el Premio Estatal al Voluntariado 2014 que les ha concedido el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad. “Me sentí muy grande por representar a los voluntarios de Gorabide”, dice. Y se emociona al pronunciar estas palabras porque Kontxi es muy sensible y agradecida con sus compañeros de Gorabide “que siempre me han apoyado mucho”, señala.

“Mi infancia fue un poquito...”. No acaba la frase Kontxi. Es probable que quisiera decir dura o difícil, pero ahí lo deja. Cuenta que sus padres murieron cuando ella tenía 7 y 8 años. “Fui a vivir a casa de una tía, luego a un colegio y cuando se casó mi hermano Iñaki, fui a vivir con él”, relata. Fue precisamente su hermano quien le comentó que existía una asociación en Bilbao que trabajaba en favor de las personas con discapacidad intelectual. “Me dijo a ver si no me importaría probar”, recuerda. Y probó. Se acercó hasta la asociación, comenzando de esa forma una relación muy fructífera para ambas partes que ha perdurado en el tiempo. Metida de lleno en Gorabide, a los 16 años tomó parte en las primeras colonias como usuaria, y a los 21 dio el salto. Pasó a ser monitora. Primero estuvo como volante, eso significa que ayudaba al grupo en las tareas de limpieza, y posteriormente pasó a realizar labores propias de monitora. “Al principio fue un poco difícil”, confiesa, “pero luego, con la ayuda de mis compañeros, fui encaminándome”.

Monitora

Durante casi treinta años ha estado yendo de monitora a las colonias de verano de Gorabide. Hasta que el cuerpo, mejor dicho la rodilla, “me ha dicho que me relaje un poco”, dice. Pero eso no ha impedido que Kontxi mantenga su labor como monitora. Actualmente acude todos los martes a uno de los centros de recursos de ocio que tiene la asociación en Uribitarte y los sábados los dedica al club de tiempo libre Gaztea. Pero ahí no acaba su compromiso con el voluntariado. Desde hace unos años colabora como hospitalera de un alberque para los peregrinos del Camino de Santiago que la asociación de ayuda a los discapacitados intelectuales en Nafarroa gestiona en Lizarra. “Yo me animo a todo”, dice. También se ha metido en otro proyecto de Gorabide denominado Goratu. Ella misma lo explica: “Se trata de dar charlas en la universidad, en los colegios y a los padres para dar a conocer nuestra discapacidad intelectual”. Kontxi forma parte de un grupo de siete personas que muestran sin tapujos su realidad vital. Está contenta con la experiencia, aunque reconoce que se pone un poco nerviosa cuando tiene que empezar a hablar en público. “Me pasa al principio, pero una vez que me suelto...” No calla. Habla con soltura y dice cosas muy interesantes. Por ejemplo, que “el voluntariado me ha ayudado mucho a intentar superar barreras para mí misma y para los demás”. Ese ha sido el espíritu que siempre ha mantenido Kontxi a la hora de enfrentarse a nuevos retos, aunque también ha pasado por sus momentos malos. “A veces me he venido abajo por dar demasiadas vueltas a las cosas, he tenido bajones”, dice, “pero siempre he intentado superarlos”. Esa actitud le ha servido para mantenerse activa en su compromiso con el voluntariado.

Kontxi se siente muy satisfecha con el trabajo que realiza en Gorabide. “A mí me llena mucho”, dice. Por eso sigue yendo todos los días “con mucha ilusión” al trabajo que desempeña de monitora. Como ella hay casi 400 personas en Gorabide que emplean parte de su tiempo libre en apoyar a las personas con discapacidad intelectual. “Yo animo a los jóvenes a que prueben esta experiencia”. Ella se quedó enganchada y ahí sigue, dando ejemplo de compromiso, solidaridad y superación personal. Por eso el premio fue recogido por la gran Kontxi.