Zalla - Roberto Salazar trabajaba desde hace dos décadas en la gasolinera de Cepsa en Zalla. Su despido cayó como una losa en la familia tras el anunciado cierre de la empresa Arkema de Zaramillo que previsiblemente dejará a su hermano y su cuñada en la calle. Sonia Antón, que llevaba quince años en el surtidor, piensa en el préstamo al que debe hacer frente y la carrera universitaria de su hija. Ambos se concent:rarán esta tarde desde las 19.00 horas frente al que hasta hace un mes fue su lugar de trabajo para denunciar que “desde que el nuevo concesionario de la gasolinera se hizo cargo en octubre de 2013 ha prescindido de tres personas en una plantilla de seis -nosotros hemos sido los últimos-, cuando las ventas están aumentando y han ampliado la actividad con un lavadero de coches y una tienda”, explican. Una actitud que pretenden denunciar pidiendo a los conductores que circulen por Zalla que acudan a repostar a la cercana gasolinera de una superficie comercial, boicoteando así su antigua empresa mientras prosiguen las movilizaciones.
Cuando el 2 de octubre les convocaron a una reunión, Roberto y Sonia se vieron sin trabajo en cuestión de minutos”. “El gestor al que Cepsa subroga la gasolinera nos dijo que se trataba de un despido objetivo por causas económicas”, cuentan. Un argumento que ellos no comparten, ya que “han presentado cuentas de ejercicios anteriores para acreditar pérdidas y si las cuentas no salen, ¿cómo es que hay trabajo para que también el jefe colabore?”, se preguntan.
Reckitt, Thyssen Krupp, Pastguren, Virtisú y ahora Arkema, en Zaramillo han destruido cientos de empleos en Enkarterri en los últimos años. “Parece que el caso de una empresa pequeña como el que estamos hablando puede quedar apocado, sin embargo, no es más que otra demostración de que están dejando morir la industria de la comarca”, opinan Alberto Alonso y Jorge Silva, de LAB. Roberto y Sonia agradecen el apoyo de los sindicatos, al igual que la “solidaridad de las alrededor de 200 personas que nos acompañaron hace días en una manifestación por Zalla”.
“arrastra pérdidas” Por su parte, Juan Manuel Flores, actual gestor de la gasolinera, defiende que el negocio “arrastra pérdidas y si las ventas han subido un 3%, haría falta un crecimiento del 30% para poder pagar los 180.000 euros anuales de los seis sueldos”. “Lo he intentado, pero hay que optimizar el gasto”, justifica.