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Afectados denuncian que el dueño de la academia hizo lo mismo hace dos años

Según afirman, Formación Continua cerró sin avisar en Gordoniz, en María Díaz de Haro y ahora en Licenciado Poza

Afectados denuncian que el dueño de la academia hizo lo mismo hace dos años

BILBAO - Hace dos años, de la noche a la mañana, echó la persiana de otra academia que entonces tenía abierta en la calle Gordoniz de Bilbao. Después se reubicó en otro local de calle María Díaz de Haro y, posteriormente, abrió en Licenciado Poza la academia Formación Continua Profesional que desde junio está sin actividad. Según denuncian, no es la primera vez que A.V., el responsable del centro, ha dejado sin clase a numerosos estudiantes tras cobrarles todo el curso. “Estamos indignados. Lo ha vuelto hacer”, comentan los estudiantes.

A los nuevos afectados, alrededor de 300 alumnos, se pueden unir otra lista que se creó hace dos años cuando A. V. regentaba el mismo centro, pero entonces en Gordoniz. Sin previo aviso se fue. Cerró. Pero en aquella ocasión no desapareció, tal y como ha sucedido ahora. Desde junio parece que la tierra se lo hubiese tragado. Su móvil está apagado, nadie sabe nada de su paradero. Mientras, los estudiantes están en la calle, sin dinero y sin poder prepararse. “Tiene experiencia en dejar a los estudiantes en la calle”, apuntan. Hace un par de años ya lo hizo. Sin embargo, A.V. abrió con el nombre de Gesforem una nueva oficina en el número 12 de María Díaz de Haro. En aquella ocasión hubo estudiantes que tuvieron suerte. Algunos que asistían a clases en el primer centro de Gordoniz lograron, tras hablar con el propietario y la profesora, continuar con su formación en la otra academia. Pero hubo quien se quedó sin nada. Sin respuestas, sin clases y sin dinero: 1.800 euros.

Josu Anacabe es uno de los afectados que, insatisfecho por los servicios que ofrecía la academia de Gordoniz, se quejó. Dice que A. V. decidió no avisarle de la nueva ubicación y le dejó en la calle. “Me engañaron en todos los sentidos”, lamenta.

El 30 de septiembre de 2011, Josu Anacabe, tras hablar con A. V., firmó el documento de contratación. Ahí comenzó la desorganización. El caos. “Cuando fui a las clases no me dieron ni un solo libro para estudiar. Eran todo fotocopias de libros viejísimos, de hace muchos años”. Por eso, no tardó en reaccionar y comenzaron sus quejas. “Quería estudiar la materia que correspondía”, puntualiza. Se presentó en el despacho de A. V., le mostró su enfado e incluso pidió una hoja de reclamaciones que nunca recibió. “Me dijeron que me iban a dar tres libros. Que los habían comprado pero que tenía que decir el día y la hora exacta que pasaría a por ellos”, explica. “Pero cada vez que me pasaba a por ellos me daban una excusa tras otra”.

Los meses corrieron y ya en 2012 Josu recibió un email de la profesora. “El mensaje me dejó frío. Cuando me apunté me explicaron que por realizar las prácticas tenía que pagar un añadido de 300 euros... ¡pero después leí que 2.000!”. Dispuesto a aclarar lo ocurrido, llamó al propietario pero al otro lado de la línea telefónica no encontró la respuesta que se esperaba. “Se puso a vacilarme diciendo que igual me había dicho un millón de euros, que no me quejase porque ahora la cuantía económica era menos. Indignante”. Tras esta contestación, decidió dejar de ir un tiempo. Y al volver... No había centro. Estaba cerrado. “Le llamé una y otra vez para que me dijese si se habían reubicado en algún lugar. Me dijo que me había confundido de teléfono y que si le volvía a llamar me denunciaría por acoso”, explica.

Exámenes sin temarios Sandra Cañadas también comenzó sus estudios hace dos años. También en Gordoniz. “Me dieron todo en fotocopias, era un desastre. Me dieron temarios tan pasados que cuando me presenté al examen -en Barakaldo- había preguntas que ni me sonaban...”, recuerda. “Lo peor de todo fue cuando me presenté a otro test y la examinadora me enseñó el temario y todos habían estudiado un libro de casi 300 páginas y temarios nuevos y yo había estudiado muchísimo menos y otros temas distintos”, dice con indignación. Aun así, Sandra corrió mejor suerte. “No me avisaron de que se marcharían pero cuando me lo encontré cerrado me puse a llamarles y me dijeron que se habían pasado a otra oficina en María Díaz de Haro”. Las cosas allí tampoco mejoraron. “El desastre seguía igual. No tenía mucha pinta de academia”, apunta. Finalmente, “en 2012 nos pasaron a Licenciado Poza 77 y eso sí que tenía aspecto de academia. Pero cambiaron la profesora porque la primera estaba de baja y esta ni tan siquiera te ayudaba”.

Ahora Sandra, Josu y todos los estudiantes afectados por este cierre no tendrán la opción de continuar con los cursos que ya han pagado en esta nueva ubicación. Tras echar la persiana, poco o nada se sabe de A. V. Pero no se rinden. “Vamos a por todas. No se puede jugar con el tiempo, dinero y, sobre todo, con las ilusiones de las personas de esta manera. Esperemos que no le vuelva a pasar a nadie más y que no se fíen”, recomienda Josu. “¡Vaya pérdida de tiempo! Pago para que me ayuden y después de mil trabas... Se van sin decir nada. Espero que consigamos el dinero”, concluye Sandra.

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