Costas no regenerará la playa de Laida
El arenal ha perdido dos tercios de su superficie en marea alta tras los fuertes temporales de febrer
Bilbao - Los temporales de invierno dejaron en la costa vizcaina un panorama desolador: paseos destrozados, muelles prácticamente desaparecidos, pantalanes arrasados... Además de las infraestructuras costeras, fueron las propias playas las que más sufrieron las consecuencias de los maretones, con olas de más de 14 metros que se combinaron con mareas vivas y vientos de más de 140 kilómetros por hora. Y, entre ellas, la peor parada fue sin duda la de Laida, en Ibarrangelu. El arenal, situado en la reserva de Urdaibai y uno de los más visitados -recibió a 169.000 usuarios el verano pasado- perdió dos tercios de su superficie en pleamar. Tras varias reuniones entre instituciones, la Demarcación de Costas del País Vasco ha decidido no trasvasar arena y dejar que la naturaleza siga su curso.
“La playa prácticamente ha desaparecido”, lamentaba hace apenas un par de meses el alcalde de Ibarrangelu, Jesús Mari Ziluaga. No exageraba: los terribles temporales de invierno se llevaron más de 155.000 metros cúbicos de arena, según el levantamiento topográfico de detalle que ha realizado la Demarcación de Costas. “Esto ha provocado que la mayor parte de la playa emergida haya desaparecido”, afirman desde el área dependiente del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Las cifras son espectaculares: se necesitarían 15.500 traileres de obra, los típicos camiones con volquete, para transportar toda la arena que se llevó el mar, lo que entraría en casi 80 piscinas olímpicas de 2.000 m3 cada una de capacidad. La playa ha perdido aproximadamente 40.000 metros cuadrados de su superficie supramareal, es decir, en marea alta, y la parte de arenal que queda seca se ha visto reducida hasta los 20.000 metros cuadrados.
Aunque en esta ocasión la fuerza inusual de los temporales ha provocado que la pérdida de arena haya sido mayor, se trata de un fenómeno que se repite prácticamente todos los inviernos. “La energía de las grandes olas procedentes de la zona de Gran Sol impacta en pleamar principalmente en el lado este de la playa y provoca que la masa de agua que rompe contra la playa se escurra desde allí hacia la bocana del estuario ayudada por las corrientes mareales de llenante que son más intensas durante las mareas vivas”, explican los geólogos. Y eso que las dunas de la playa han protegido gran parte del espacio. La pérdida de arena en Laida hubiese sido total si el arenal no hubiera contado con un sistema dunar que disipa la energía del oleaje y que fue restaurado entre 2001 y 2007.
Importante espacio dunar
Desde que empezaron a remitir las ciclogénesis se puso sobre la mesa la cuestión de cómo afrontar la nueva situación de la playa. Había que decidir si se dejaba a la naturaleza actuar por sí misma -todos los años durante el invierno los temporales se llevan arena que las siguientes mareas van devolviendo a la costa- o si se traía arena de otro punto y se rellenaba la playa con ella. Se habló, incluso de la posibilidad de trasladar arena que se extrajera del puerto de Mundaka, que perdió gran parte de su calado durante las ciclogénesis. La decisión era importante no solo para recuperar el espacio de ocio para los miles de usuarios que acuden cada verano para disfrutar de Laida, sino también y más importante, para restaurar un valor natural que conforma el espacio dunar protegido más importante de la costa vasca y que representa una auténtica barrera de protección contra nuevos temporales.
Los técnicos han querido esperar para ver cómo evolucionaba la playa, ya que entre marzo y noviembre las playas suelen recuperar gran parte de la arena perdida en invierno, debido a que los vientos favorecen el recrecimiento de las dunas y el oleaje y la marea recomponen el perfil erosionado de la playa. Finalmente, y tras varias reuniones interinstitucionales -Estado, Gobierno vasco, Diputación y Ayuntamiento de Ibarrangelu-, la decisión ha sido la de no rellenar la playa con arena traída de otros lugares y esperar a que la naturaleza siga su curso y traiga de vuelta la arena. “Se llegó al consenso de que una aportación artificial de arena no sería lo más conveniente para la restauración del sistema dunar y su entorno, sino que una recuperación natural de la misma sería lo más conveniente”, explican desde Costas. Eso sí, la Demarcación ha instalado parte del cierre dunar que quedó dañado por los temporales y ha colocado varios carteles informativos en la zona.
La noticia ha sido recibida con resignación en Ibarrangelu. Su alcalde, Juan Mari Ziluaga, comprende la decisión tomada por los expertos, “que son los que más saben de estos temas. Son decisiones técnicas que tienen que tomar los que de verdad conocen la materia. Según nos han explicado, se trata de elementos naturales que tienen vida propia y no serviría para mucho rellenar la playa con arena ahora”, señala. De hecho, el arenal “poco a poco” ha ido recuperando algo de su espacio original, aunque todavía está muy lejos de ofrecer una gran superficie de esparcimiento en marea alta. A Ziluaga no se le escapa tampoco el desembolso económico que supondría ese trasvase y que hubiera rozado el millón de euros, teniendo en cuenta que en Bakio, para aportar 41.000 metros cúbicos -apenas una cuarta parte de lo perdido en Laida- se ha tenido que hacer una inversión de 265.000 euros. “Es mucho dinero para la situación en la que estamos”, admite.